En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sábado 20 Julio 2024

Decimoquinto semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 12,14-21

Juicio

Quien usa mucho el cerebro, los procesos mentales para juzgar, obliga su propio cerebro a desconectarses de la realidad, a hacerse esquizofrénico y es inevitable que con el tiempo se vuelva también paranoico. Quien juzga se desconecta de la realidad, se decentra de sí mismo, se desalinea con respecto a la vida.
Los fariseos juzgan todo, juzgan todos, juzgan siempre. Los fariseos están así concentrados por el juzgar continuamente, están así desconectados de la realidad, al putno de que no se dan cuenta que están teniendo consejo contra Jesús, el soberano celeste juez, para hacerlo morir. Los fariseos tienen consejo contra Él que tiene en sus manos el scettro del consejo para juzgar los mundos y los universos. Los fariseos son así paranoicos que logran ver en el Mesías que sana y salva, en el Buen Pastor mite y humilde de corazón, su peor enemigo. Los fariseos se reúnen en consejo para juzgar el Juez, para condenar a muerte el Señor de la Vida. Los fariseos se reúnen en gran consejo para acusar Él del cuale, por medio del profeta Isaías, el Padre dice: Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia;y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre".
En las épocas antiguas un tribunal no podía condenar a muerte un acusado si antes no había sido enviado un mensajero, un embajador en la tierra natal del condenado, al fin de recoger eventuales testimonios positivos y benévolos que pudieran de algunas formas mitigar el juicio del tribunal. El mensajero, llegado en la tierra natal del acusado, gritaba fuerte por las plazas el nombre del acusado y esperaba los posibles testimonios a su favor por parte de la gente que lo había conocido. El mensajero tenía una mecha en la mano y una caña doblada, pero no quebrada, y se paraba algunos días en aquella tierra. Si en el tiempo concedido ninguno de los habitantes se presentaba para testimoniar a favor del acusado, se daba el signo que se podía proceder con la condena definitiva: el mensajero apagaba la mecha y quebraba totalmente la caña. El texto bíblico revela que por orden del Padre celeste, el Soberano Juez, el Rey de los multiversos, cuando llegue para juzgar todos los viventes, se portará como el mensajero de antigua memoria, con la diferencia que, aunque si no encuentre testimonios a nuestro favor, No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia. Los fariseos-juzgadores se reúnen en consejo para juzgan el solo que puede juzgar y que, cuando lo haga, lo hará en la misericordia y con la paz en el corazón y sólo cuando haya llevado a victoria toda justicia. Quienquiera produzca pensamientos de juicio con respecto a los demás, no usa certamente su propia inteligencia si no considera que con el juicio, con la medida, con la dureza y la frialdad con que ha juzgado los otros será él mismo juzgado. No juzgar nunca nada y nadie y remeter cualquier juicio a Dios, que todo puede, conoce y ve, es un acto de humildad espiritual y coherencia intelectual que no tiene comparaciones. No juzgar es el modo más eficaz para mantener el propio diálogo interior en el presente y componer pensamientos que llevarán siempre a emociones de amor y gratitud, de misericordia y compasión.