El pueblo estaba pendiente
Todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras, esto es suficiente para los genios del poder y de la jerarquía religiosa y política para decretar la condena a muerte de Jesús. Propio no lo pueden soportar. Pero, ¿por qué? Porque la gente lo escucha. La gente lo escucha de buenas ganas, lo escucha con asombro, lo escucha con deseo, lo escucha estando literalmente pendiente de sus labios y de sus palabras. Lo escucha con aquella escucha enamorada y sorprendida que ellos, poderosos y jerarcas, nunca han podido reivindicar para sí mismos. Nadie nunca los ha ni siquiera lejanamente escuchado, en su proferir palabras, como la gente está escuchando al Maestro Jesús. Los jefes de los sacerdotes y de los escribas, las jerarquías religiosas, desde siglos y siglos, hablan al pueblo para transmitir la Palabra de Dios y han logrado realizar algo realmente imposible. Han logrado volver lejana y aburrida la Palabra de Dios para la oreja y para el corazón de la gente. Han logrado en algo realmente imposible. Aun teniendo en la mano la Palabra más sorprendente de toda la historia humana, han logrado ser aburridos. Han logrado volverse pesados y monótonos anunciando la cumbre más elevada de la sabiduría y del conocimiento humano. Predicando la propuesta sapiencial y evolutiva más graciosa y portadora de alegría y belleza nunca oída, han logrado provocar molestia e desasosiego. Han logrado volverse aburridos y empalagosos, transfiriendo las palabras más sencillas, directas y verdaderas en poder de la humanidad por don divino. Han logrado volver pesada y motivo de miedo la gracia transparente de la Palabra más hermosa que exista. Aun poseyendo la palabra más luminosa e iluminante que exista, la más perfectamente dedicada al despertar del hombre, han logrado adormecer y atontar los hombres por milenios. Han logrado ser incoloros e impersonales con la Palabra más reveladora, personal, poderosa, briosa, innovadora que el hombre nunca haya conocido. Han logrado cansar la gente con respecto a la Palabra del Señor de una manera tan perfecta y capilar, que han transformado la fuente cristalina, resplandeciente, efervescente, vividísima de la Palabra del Señor en una charca fangosa, maloliente, triste e inasequible. Los que todavía los escuchan o son sordos o están obligados por el miedo.
Han hecho esto y no es una cuestión de capacidades oratorias y comunicativas fallidas: la razón que ha hecho posible este imposible es otra. Nadie más está pendiente de los labios de la jerarquía religiosa y política, porque la jerarquía religiosa y política ha hecho de todo para volver pendiente el pueblo no de los labios lozanos de la Palabra de vida, sino de las acciones de los bancos, del poder económico, de la esclavitud del dinero. Jesús grita a ésos la razón de su fracaso: mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones. Se pueden hacer callar todas las voces incómodas, pero es difícil hacer callar a Él. Lo han intentado, pero ni clavos ni piedras tumbales han sido suficientes.