Látigo
¿Por qué un látigo de cuerdas? ¿Para azotar a quién? ¿Unos comerciantes que venden bueyes y ovejas? ¿Para afirmar qué? ¿Que el templo es la casa de Dios y no un mercado? ¿Para echar a quien? ¿Unos vendedores ambulantes que venden palomas? ¿Para derribar qué? ¿Las mesas de los cambistas? ¿Un látigo de cuerdas, por qué? ¿Para quién? ¿Para defender el templo? ¿Para salvaguardar la religión? No, nada de todo esto. Jesús cumple un gesto profético, un gesto premonitorio, que anuncia el hecho más trágico, sobrecogedor, destructivo, sacrílego de la historia de la humanidad. Jesús, agitando en el aire aquel látigo de cuerdas, aquel día en Jerusalén, revela cual será el evento, el evento que abrirá debajo de los pies de la humanidad el abismo infernal, revela donde ocurrirá aquel evento y cuales serán para la humanidad las consecuencias ligadas a ese evento.
¿Cuál será el hecho más trágico, destructivo, sacrílego de la historia de la humanidad? En el libro de Daniel 9, 26-27 se habla de eso en estos términos: Y después de las sesenta y dos semanas, será suprimido un ungido inocente; en la Ciudad y en el Lugar santo – el centro de la cristiandad de hoy -, hará estragos el pueblo de un jefe invasor; pero su fin sobrevendrá en un cataclismo, y hasta el fin habrá guerra y las devastaciones decretadas. El impondrá una alianza a muchos durante una semana – el texto bíblico de esta manera se refiere al hecho que propio desde el centro jerárquico de la cristiandad se empujará a la globalización total, al nuevo orden mundial - ; y durante la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación – en breve tiempo será prohibido celebrar la cena del Señor, la Eucaristía, y se volverá ilegal ejercer cualquier forma de caridad y compartición -. Y sobre un ala del Templo estará la Abominación de la desolación – el templo, corazón pulsante de la cristiandad, tanto como lugar físico que como espiritualidad será gobernado por el Anticristo, el hijo de Satanás, que usará los lugares símbolo de la cristiandad para cumplir sacrificios humanos, sobre todo sacrificios de niños, y para masacrar los disidentes; esto será el tiempo en el cual se desencadenará una nueva y terrible persecución, en la cual serán sacrificados tantos mártires que no se podrá ni siquiera contar su número -, hasta que el exterminio decretado se derrame sobre el devastador – todo esto durará hasta cuando el Señor Jesús volverá en la tierra y establecerá, con decreto celeste, la ruina del hijo de Satanás y de sus servidores. Jesús mismo, en Mateo 24,15, explica con cuidado que el más grande, trágico destructivo sacrilegio de la historia de la humanidad ocurrirá cuando vean en el Lugar santo – el templo de la cristiandad - la Abominación de la desolación – el hijo predilecto de Satanás, el Anticristo, que saldrá en el trono mismo de Pedro -, de la que habló el profeta Daniel. Del trono de Pedro, el hijo de Satanás será el alma del nuevo orden mundial y a través de poderosas alianzas con el poder global político, religioso y económico empujará la humanidad a abrazar con convicción la aceptación supina de un gobierno único, un sistema económico único, una religión única, una estructura legisladora y moral única y global.
Esta es la abominación de la desolación, que dará inicio al momento más trágico y devastador de toda la historia humana, Jesús en Mateo 24,21 así lo cuenta: habrá entonces una gran tribulación, como no la hubo desde el comienzo del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. Y si no fuera abreviado ese tiempo, nadie se salvaría; pero será abreviado, a causa de los elegidos.
He aquí en contra de quien y de que cosa Jesús ha levantado su mano armada de aquellas cuerdas, en contra de Satanás que ya estaba maquinando el propio plan y en contra de un sistema religioso, y un sistema jerárquico de sacerdotes, teólogos, biblistas, que en nombre del dinero, del ambición, del poder, del prestigio ya desde entonces estaba preparando el camino para la toma de posesión del hijo de Satanás en el trono de Pedro, a la guía del mundo. Todo lo que Satanás hace y obra lo cumple imitando, y copiando las obras y los diseños de Dios, pero usando energías y fines opuestos a aquellos de Dios, por esto, como Dios Padre ha enviado su hijo Jesús para salvar y sanar a la humanidad, Satanás ha hecho de todo para enviar su hijo, el Anticristo, el odioso devastador, para sentarse como jefe de la cristiandad y del mundo para esclavizar y devastar la misma humanidad. Jesús no levanta su cuerda sobre la cabeza de los vendedores de palomas sino sobre aquello que en el templo, la casa de Dios, ellos representan: la autopista allanada para la entrada de Satanás en el lugar santo, el corazón de la cristiandad. Jesús no derriba las mesas de los cambistas, sino aquello que en el templo, la casa de Dios, representan aquellas mesas: la puerta abierta de par en par del templo a las filas mortales de los hijos del mal. Jesús quiere echar del templo aquellos que, en nombre de Dios, están abriendo las puertas a Satanás y a sus hijos. Quiere echar aquellos que por Jesús habían sido escogidos y elegidos para ser pescadores de hombres, los defensores del hombre en contra del Maligno, los sanadores de toda enfermedad y debilidad, las guías espirituales capaces de elevar los hombres al conocimiento y a la sapiencia del evangelio para crear un pueblo nuevo, inteligente, libre, autónomo, espiritualmente avanzado en el amor, y en cambio se han vuelto los mejores aliados de Satanás y de sus proyectos. Bendito látigo de cuerdas, que podría aun abrir los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos, porque pacientemente continua aun a repetir con fuerza a la humanidad: el que lea esto, entiéndalo bien (Mateo 24, 15).