La Via
Todos los hombres y las mujeres del planeta Tierra desean la paz, pero no saben como llegar a ella. Todos los hombres y las mujeres del planeta Tierra desean la felicidad, el amor, la salud, el bienestar, pero no saben como llegar a ello. Saber donde se quiere ir no significa saber como llegar.
En el instante en el cual la humanidad se ha puesto en revuelta en contra de Dios, a todos los hombres Dios ha regalado la vida en este planeta para ofrecer a sus hijos la posibilidad de despertarse del engaño satánico en el cual han caído y poder elegir de volver con amor y gratitud entre los brazos del Padre. Ahora, ¿hubiera jamás podido el Eterno Padre regalarnos esta vida en este mundo inmenso y maravilloso, sin donarnos todos los conocimientos, los procedimientos, las tecnologías espirituales, psíquicas y físicas para vivir felices, en paz, serenos y sanos? ¿A sus hijos, que están tratando de volver a casa entre sus brazos, el Padre podría jamás ocultar los conocimientos indispensables para vivir esta vida según la luz y el esplendor de su amor?
Pero, el Padre Creador, ¿dónde ha escrito los procedimientos para alcanzar el amor, la paz, la felicidad, el bienestar? Los ha escrito adentro del espíritu del hombre, en el lugar más seguro, donde el hombre no podrá perderlos jamás. De hecho el hombre no ha perdido los procedimientos, no puede perderlos, pero, engañado por Satanás, ha sólo dejado de escucharlos y de seguirlos. No ha dejado de escucharlos porque ya no era capaz de hacerlo, sino porque ha elegido voluntariamente de no escucharlos más y de no seguirlos, para no sentirse marginado por el sistema del adiestramiento del mundo. No escuchar más y no seguir más los procedimientos de Dios, escritos en el espíritu y en el corazón, ha llevado el hombre en la tierra del miedo y de la ignorancia, en el desierto de la miseria, de la esclavitud, de la violencia y de la muerte. Desde aquel momento el hombre confunde el vital con el mortal y ya no conoce más la vía de la vida, y, aun deseando amor, belleza, salud, bienestar, libertad, paz, felicidad, ya no sabe como alcanzarlas.
En la plenitud del tiempo, Jesús ha venido a visitar la tierra para despertar en el hombre el saber de Dios, los procedimientos divinos del amor y ayudarlo a ponerlos en práctica, para una vida feliz y llena de belleza. Jesús mismo, con sus palabras, afirma que esta es la finalidad de su encarnación terrena: Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto (Juan 15,11). Y es así que nos ha dejado su mensaje feliz, su anuncio alegre que ha sintetizado en el canto de sus Bienaventuranzas. Ha sido un pecado gravísimo transformar las Bienaventuranzas de Jesús, los procedimientos para ser felices en esta tierra, en un aparato religioso, en un conjunto de creencias y tradiciones devocionales, en un sistema jerárquico glacial, en leyes moralistas, frías, impracticables para el hombre y lejanas de la vida de la gente. Pero las Bienaventuranzas están aun allí, escritas en el espíritu y en el corazón del hombre y luego en el libro de la alegría, el evangelio; aun están allí, y no para ser leídas, sino para ser escuchadas con amor e inteligencia, con gratitud y sapiencia, y para ser realizadas para el bienestar y la felicidad de toda la humanidad.
Cuando el hombre se encaminará en la vía de las Bienaventuranzas, se despejarán los campos de batalla, se cerrarán los campos de concentración, se vaciarán las cárceles, los hospitales, los manicomios, los parlamentos que sirven el poder, los bancos que destrozan los pueblos.
Cuando el hombre acogerá con amor la tecnología espiritual inscrita en las Bienaventuranzas, la ciencia, la medicina, la tecnología harán pasos gigantescos en un tiempo breve y sólo dirigidos al verdadero bienestar de toda la humanidad.
Sirviendo las Bienaventuranzas, el hombre ya no será más esclavo de otro hombre, no conocerá más las fauces insaciables de los lobos rapaces del poder. Las Bienaventuranzas son la vía indispensable, porque saber donde ir no significa saber como llegar. Las Bienaventuranzas saben como se llega a la felicidad porque son la Vía de la felicidad. Podemos estar ciertos que funcionan perfectamente, Jesús nos ha dado su palabra, y además de su palabra nos ha dado también su vida por esto.