Essere
Si haces lo que no sientes, no sientes lo que haces.
Si no amas profundamente lo que eres y quien eres ahora, en este momento,
amarás lo que los otros se esperan que tu seas,
y tendrás que limosnear su aprobación y su consentimiento por toda la vida.
Si no respetas con cuidado divino la esencia que eres,
temerás la imagen que los demás tienen de ti y vivirás para la reputación.
Cualquier cosa cumples, son sólo y únicamente la felicidad y la alegría
con las cuales las cumples que les dan sentido, significado, dirección.
Cualquier tarea vivida sin alegría, fuera incluso la tarea más importante, sagrada,
indispensable del mundo y de la vida, es sin sentido, significado, dirección
y no mueve ninguna energía de vida y de amor.
Dejar que sean los deseos, las expectativas, las previsiones de la familia, de la sociedad,
de los sistemas religiosos, políticos a guiarte, a sostenerte, a transportarte, a actuarte, a plasmarte, es renegar el diseño divino sobre ti, tu esencia espiritual, es destinarte a aceptar que todos los demás, por toda la vida, serán siempre y únicamente tus severos e infatigables guardianes contadores.
Cuando se busca la alegría en la recompensa y en el reconocimiento por lo que se ha hecho, significa que lo que se ha hecho no nace del verdadero sí, ni siquiera de la alegría,
y no había alegría en lo que se ha hecho.
Quien busca la satisfacción de los demás por lo que es y hace
no está contento y seguro de lo que es y hace.
Quien busca aprobación no ama a sí mismo y busca autorización.
Quien busca apreciación se siente inútil, tiene necesidad de ser homologado.
Quien busca consenso no cree en sí mismo y busca el permiso de existir.
Quien busca aplauso no tiene confianza en sí mismo y es incierto.
Quien busca aclamación tiene miedo de los propios deseos y es inseguro.
Quien busca reconocimiento no aprecia a sí mismo y se siente excluido.
Quien busca elogio desconfía de sí mismo y se siente una nulidad.
Quien busca aprobación sospecha de sí mismo y busca constantemente una asignación.
Quien busca triunfo, séquito, apoyo se siente terriblemente sólo e inútil.
Quien busca la alegría afuera de sí vivirá el fracaso como una prohibición, la incomprensión como una licencia frustrada, las dificultades como una maldición, un reproche como una persecución. El que que busca la alegría y la felicidad fuera de sí estará siempre en conflicto con todo y con todos, porque está en conflicto con el radioso, divino, asombroso, maravilloso ser que ha salido de las manos de Dios, en el cual Dios Amor ha escrito su nombre.
La vida no nos ha sido donada para conocer alegría y gratitud desde fuera de nuestro ser divino por lo que hacemos y cumplimos, sino para generar alegría y gratitud en aquello que hacemos y cumplimos, siempre y dondequiera, desde el corazón, desde el centro propulsor de nuestro ser divino. La alegría no busca aprobación, apreciación, consenso, aplauso, aclamación, reconocimiento, elogio, beneplácito, triunfo, séquito, apoyo, gratitud, agradecimiento, aceptación, nombramientos, autorizaciones, permisos, homologación. La alegría es feliz y basta.