En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 25 Noviembre 2024

Palabra del día
Evangelio de Lucas 14,1.7-11

Advertencia

Están pegadas, en las formas más diversas, a cualquier tipo de producto en el comercio, desde el alimental al medicinal, a los detersivos, a los vinos, desde los teléfonos móviles al refrigerador. Son las advertencias. Cada producto tiene las suyas y sirven para advertir las cosas más variadas, pero seguramente todas tienen el objetivo principal de evitar un uso equivocado o inapropiado y favorecer un uso correcto del producto.
También en la vida, el vivir en esta tierra, tiene sus advertencias y podemos encontrarlas escritas entre las líneas del evangelio de Jesús. No son procedimientos, son advertencias. Advierten y meten en guardia a la humanidad sobre un uso equivocado o inapropiado del don de la vida y tratan de favorecer al hombre en su uso correcto y eficaz del don de la existencia y de la propia persona. Una de las advertencias preferidas de Jesús es: Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado» Al sentir esto parece una amenaza, pero en realidad es una advertencia, una puntualísima y estupenda advertencia. Todo comienza con el sentimiento de inferioridad. El sentimiento de inferioridad está generado por el sistema del adiestramiento, de las humillaciones y las herida recibidas y de la absoluta falta de fe y de honor por sí mismo y por el Eterno Creador. El sentimiento de inferioridad genera interiormente el remolino de la percepción de sí mismo que en la realidad puede ser colmada sólo restaurando una relación de fe y de amor consigo mismo y con Dios, en el engaño del adiestramiento, en vez, puede ser colmada con el afán de la carrera por los primeros puestos.
Así como el fuego se propaga más fácilmente en la paja que en el tronco centenario, así la ambición se apega más fácilmente a las mentes pequeñas y vaciadas por el sentimiento de inferioridad que a las personas grandes o crecidas interiormente.
Jesús nos advierte que el afán por los primeros lugares, la ambición, es peligrosa como una forma de demencia, porque si puesta en práctica con decisión y determinación, lleva a un estado de esquizofrenia. Jesús advierte que quien se exalta y persigue los primeros lugares, a través de la agitación compulsiva de la ambición, tendrá como consecuencia de su vida el fracaso, y la humillación, porque es la orientación mental de quien ya se siente fracasado. Buscar los primeros lugares en el éxito, en el poder, en la jerarquía es la última vía de escape para el fracaso interior, para la necrosis de las capacidades mentales. Puesto que la ambición es fruto del sentimiento de inferioridad, ¿cómo podrá proveer a alguien con algo diferente a la inferioridad, es decir, a aquello que lo ha generado? Lo que Jesús anuncia no es una amenaza, sino es una advertencia: Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado» porque el que ensalza significa que dentro se siente ya humillado y un perdedor y no podrá generar otra cosa por él mismo que fracaso y humillación. No quien se siente humillado, sino quien es humilde accederá a los niveles superiores de la evolución y de la felicidad.