En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Viernes 2 Septiembre 2022

Vigésimosegunda semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 5,33-39

Inercia

Las obras de Dios son todas al presente. Dios actúa y obra exclusivamente en el presente. Las novedades de Dios son todas al presente, las revelaciones de Dios son todas declinadas al presente. Dios habla a su pueblo siempre al presente. El Espíritu Paráclito dona voz y palabra a sus profetas, abre nuevas vías a la inteligencia, predispone los corazones al amor siempre al presente. Jesús inspira la mutación, infunde el conocimiento, revela su sabiduría, predispone a su primicia innovadora siempre, siempre y exclusivamente al presente. El amor no se cumple al pasado o al futuro sino sólo y exclusivamente al presente.
Jesús habla, obra, revela, sana siempre al presente, Jesús, encontrando la humanidad hambrienta, necesitada, enferma, oprimida, no ha respuesto nunca con palabras de esperanza, llevando el corazón y la mente de la gente al futuro. Jesús ha actuado siempre a favor del hombre al presente y en el presente. Nada menos, el término esperanza, elpìs en griego, no hace absolutamente parte del léxico de Jesús, no es nombrado nunca una sola vez en los textos evangélicos. Dios está al presente y el hombre puede vivir sólo y exclusivamente el presente. Lo que obedece al pasado se autoexclude de cualquier encuentro con las novedades de Dios y de su Espíritu. Dios no consigue comunicar y revelar sus propios conocimientos a un pueblo que queda de manera convencida enclavado en sus costumbres, en sus hábitos, en sus convenciones, en sus credencias del pasado. El hombre que mantiene su propio diálogo interior vinculado al pasado y tendido al futuro se excluye de cualquier relación con Dios, no puede sentir la presencia de Dios en la propia vida y en el propio corazón. La prudencia es una virtud fundamental para vivir en armonía y en el respeto de la vida y de la gradualidad del camino de cada individuo, pero cuando la prudencia habla con las palabras del cierre prejudicial con respecto a todo lo que es nuevo e inédito, entonces ya no es prudencia sino dureza de corazón, ignorante atraso, obscurantismo crónico, conformismo devastador, subdesarrollo deprimente, venenosa involución. Quien obedece al pasado excluye en sí mismo todo proceso y crecimiento intelectual y transforma la prudencia en desconfianza, la cautela en fobia del cambio.
Cuando la psique humana obsequia el pasado, se limita fuertemente en sus propias potencialidades evolutivas y creativas, transforma la mirada reflexiva y ponderada en la mirada inquisitoria y la capacidad de comprender en voluntad de control. La psique humana que elogia, homenaja, reverenciar, venera el pasado profana, pisotea, insulta, se escarnece el presente. La psique humana que honra lo que ha sido, pisotea lo que es ahora. La psique humana que piensa en cómo habría podido ser no puede vivir de manera grata y amante lo que es en la realidad presente. La psique humana que adora el pasado y se inclina al pasado está lista siempre para agredir y atacar al presente y no puede de ninguna manera servir y seguir a Dios. La psique humana que queda encadenada al pasado es una psique que llegará siempre inequivocablemente con retraso a la cita con la comprensión del conocimiento, con la evolución. Con el amor, con la felicidad, con la armonía y la paz. A un determinado momento, llegar constante e inequivocablemente con retraso con el espíritu de la profecía ya no es ignorancia, lentitud, prudencia sino venenosa perversión inetelectual. El pasado y el futuro son terribles ilusiones porque el pasado ya no está, el futuro todavía no está, sólo el presente vive y existe. El pasado impide el movimiento hacia la vida y el presente, por la monstruosa fuerza de su inercia. El futuro impide el movimiento hacia la vida y el presente, por la monstruosa fuerza de su proyección que flota hacia adelante.
Jesús afirma: Y nadie verte vino nuevo en zaques viejos; de lo contrario el vino nuevo quebrará los zaquesse derramará y los zanques irán a perdidosEl vino nuevo debe ser vertido en zaques nuevos. Jesús invita todos los hombres y las mujeres de esta generación a que no se queden de ninguna manera atados y encadenados al vino viejo de las convenciones, de las convinciones, de las credencias del pasado, de lo contrario él, el Señor, no logrará verter en el corazón de los hijos de esta generación el vino nuevo de la potencia innovadora del propio mensaje y de los propios procedimientos. Quien obedece al pasado no podrá estar listo y disponible a recibir con alegría y en la fiesta el vino nuevo del presente de Dios, el vino exuberante de la potencia innovadora del evangelio y del Paráclito Espíritu. Honrar y adorar el pasado es la manera más usual para los hombres de blasfemar el nombre de Dios y de traicionar su amor, aun si no lo saben.