En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Domingo 25 Septiembre 2022

Vigésimosexto domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C

Palabra del día
Evangelio de Lucas 16,19-31

Riqueza pobre

Existe una riqueza que vuelve pobres, es la riqueza procurada con la injusticia y con la estafa, con la indiferencia y la competición. Es una riqueza que aleja de Dios y vuelve pobres dentro y pobres los otros porque no es fruto de deseo de real bienestar, sino de injusticia y vejación. 
¿El hombre rico de la parábola padece la flama eterna porque era rico y vestía de biso y festejaba lautamente todos los días? No. Si así fuera se inferiría que para no ir al medio del tormento de aquella flama es necesario ser cubiertos de llagas y miseros como el pobre Lázaro. Es absurdo. Es antievangélico sólo el pensar que Dios, nuestro Dios maravilloso, quiera esto, pero semejante sistema de pensamiento ha sido sutilmente hecho pasar en las culturas y en las teologías de la historia. 
El hombre rico implora Abraham que, de alguna manera, haga saber a los otros hermanos suyos de portarse distintamente para no caer en la flama. ¿ Abraham de qué hubiera debido convencer a los otros hermanos? ¿Qué la riqueza asegura el infierno? ¿Que ser ricos, comer bien, sano y hacer fiesta, ser vestidos con vestimentas bellas y adecuadas para nuestro cuerpo es una manera segura para tener en eterno el tormento de la flama? No, en Ley sagrada, en los profetas, en el evangelio esto no está contemplado nunca, más bien la riqueza, la abundancia, comer leche y miel han representado siempre la bendición de Dios, su aprobación y su presencia. Sin embargo por casualidad o por voluntad precisa esta blasfemia antievangélica ha sido hecha pasar con esmero y abnegación por siglos y siglos. Según este principio perverso la pobreza y la indigencia son divinamente necesarias, sagradas y benditas para alcanzar el cielo. Este pensamiento corrupto ha garantizado la desmedida y obscena riqueza de los pocos y la miseria y la penuria de todos los demás. ¿Qué hubiera debido decir Abraham a los hermanos del hombre rico? ¿Vuelvanse pobres? O bien, quedense ricos pero socorran el pobre Lázaro, curen sus llagas? ¿Den a los pobres un pan de vuestra mesa? En fin, ¿qué hacer para no entrar en la flama sin fin? ¿Ser ricos y hacer la caridad o ser directamente pobres y esperar el cambio de guardia de la vida eterna donde los pobres se vuelven ricos y están en el paraíso y los ricos se vuelven pobres y están en el infierno?
El problema no es la riqueza, el bienestar total que todos los hombres, mujeres y niños deben poder vivir normalmente, el problema es que la riqueza del hombre rico es una riqueza fruto de competición, desafíos, estafas, injusticia, indiferencia, guerras, muertos y sangre. Es una riqueza perversa y mortal porque está causando las llagas y el hambre de Lázaro. Es una riqueza que no sirve el hombre sino que sirve para volverse célebres, potentes, más grandes que los demás. Sirve a satisfacer las necesidades y los placeres de manera inhumana y sin dignidad. A esta riqueza corrupta no será suficiente aprender la caridad para redimirse. Sirve un cambio de perspectiva, un cambio de visión, sirve una inspiración divina.
Todos debemos ser ricos, todos deben poder comer, aspirar a sus sueños, tener un lindo techo encima de la cabeza, dormir protegidos y al calor. Se insiste en el decir que no hay recursos y riquezas para todos los hombres y que el mundo llegaría al colapso si todos deberían vivir con un tenor de vida rico y lleno de bienestar. Es una terrible mentira y una blasfemia en contra de la omnipotencia y de la magnificencia de Dios y de su creación.
Es esta visión corrupta que genera la riqueza obscena y la pobreza obscena. Esta visión es un proyecto preciso que tiene la tarea de defender el poder de los ricos y asegurar la resignación a los pobres. Esta visión genera competición, rabia, nos hace volver ladrones y estafadores, indiferentes y prepotentes. Todos corren desesperados para acaparar el pedazo de tierra mejor porque hemos aceptado que nos convencieran que la tierra mejor es poca, es rara o ya ha sido asignada por el destino.
Si fuera cierto que la tierra no puede ofrecer real bienestar a todos los hombres, nuestra vida sería el más estúpido e inútil perseguir la supervivencia jamás ocurrida bajo el cielo. Esto genera conflictos, guerras, destrucción y hace vivir las personas por toda una vida en el estado espiritual de la envidia, del celo, en el sentimiento de fracaso además que en la indigencia. 
La Palabra de Dios, lo que Abraham debería repetir a los hermanos del hombre rico, tiene la tarea de inspirar el hombre a una nueva visión de la vida, a una nueva visión de la riqueza y del bienestar, a una nueva modalidad de alcanzar todos la belleza de la vida y el esplendor de la generosidad divina. Una nueva visión de la vida donde la creatividad, el genio, la ciencia, los conocimientos, los descubrimientos sean al total servicio de la humanidad para el real bienestar de todos, pero propio de todos los hombres. Una nueva visión inspirada por los hombres del Espíritu Santo que tienen la tarea de enseñar e inspirar a los otros hermanos que vivir bien, sanos y felices es un deseo preciso de Dios y si aprenden a desearlo correctamente es absolutamente posible.