En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 14 Septiembre 2022

La exaltación de la Santa Cruz

Palabra del día
Evangelio de Juan 3,13-17

Falso

Cualquier convicción religiosa, opinión teológica, reflexión doctrinal, teoría confesional, catequesis, credo y tradición que hayan anunciado y todavía anuncien a la humanidad un rostro de Dios que juzga y condena no corresponden al rostro de Dios que nos revela Jesús. Cuando los hombres anuncian Dios a otros hombres, anuncian casi siempre un falso, aun si el anuncio parte de un corazón sincero y deriva de la luz de palabras inspiradas y altísimas, porque los hombres ceden facilmente a las dos grandes tentaciones que envenenan todo anuncio. La primera tentación es aquella de gustarle a los hombres, la segunda es de hacerles miedo. Bajo el influjo de la primera tentación, el anuncio es traicionado, porque el rostro de Dios es estilizado en nombre de la aprobación de los demás, homologado por las modas, adaptado al consenso popular, reajustado en nombre de la apreciación y de la consideración de los demás. Este anuncio genera pueblos débiles, ignorantes, fácilmente engañables. Bajo el influjo de la segunda tentación, el anuncio es envenenado, porque el rostro de Dios es distorsionado para hacer miedo a la gente, para infundir terror, generar susto, crear obsesiones, angustia, pánico, ansia. Este anuncio genera pueblos desestabilizados y fácilmente esclavizables. Los motivos por los cuales quien anuncia el rostro de Dios cede a estas dos tentaciones son múltiples y diferentes pero el resultado es cierto: la humanidad no tiene la posibilidad de conocer el Dios verdadero sino sólo un falso. 
Los hombres que anuncian Dios a los hombres, además de intentar hacerlo con ánimo sincero y amante, sin intentar ganar prestigio y poder, pueden purificar su anuncio lo más posible adherentes a las palabras de Jesús, para ser adherentes a su Palabra. La Palabra de Jesús, que es el corazón del mensaje mismo de Jesús, se puede traicionar traicionando sus palabras, los términos, es decir modificando su significado por ignorancia o por presunción. Jesús con su Palabra y sus palabras revela a la humanidad el verdadero rostro de Dios: Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El Dios de Jesús no juzga, no condena, sino ama los hombres más allá de toda imaginación y les dona su Hijo, aun sabiendo que fin le harán hacer, para que, creyendo y poniendo en práctica los procedimientos de su evangelio, la humanidad pueda encontrar los caminos de la vida, de la salud, de la paz, de la felicidad.