En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 7 Septiembre 2022

Vigésima Tercera semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 6,20-26

Felicidad

La felicidad, la beatitud interior que Jesús propone a todos los discípulos suyos no es una meta sino una manera de viajar. La felicidad que Jesús propone se obtiene siguiendo con fieldad los dos procedimientos que resultan evidentes del texto de las Bienavenuturanzas.
Primer procedimiento: en el propio diálogo interior no distraer nunca el pensamiento de Dios. Mantener siempre e incesantemente la imaginación, el ojo espiritual fijos y adherientes a Dios. Acordar en continuación los diálogos interiores sobre el sonido de su nombre, como una orquestra se acuerda a la nota de referencia. Cualquier cosa hagamos y cumplamos, sólos o en compañía, en las situaciones agradables o en las difíciles y complicadas, mantener la inteligencia del corazón y el vuelo del espíritu siempre conectados a Dios e a su amor. Mantener la psique siempre en Dios es el primer procedimiento, el primer grande secreto de la felicidad. Segundo procedimiento: no perder nunca, nunca, nunca la confianza en Dios y en su amors. Prácticamente, no permitir nunca a  nuestro diálogo interior que piense, aunque sólo por un instante, que Dios pueda habernos abandonado, o que no nos esté amando de manera total y desconfinada. Mantener la fe en Dios, o sea creer siempre y sin alguna duda que, cualquier cosa acada, está siempre, siempre en el amor de Dios. Aceptar, con humildad y gratitud, también lo que en la vida puede ocurrir de malvado y obscuro querido da fuerzas ajenas a Dios, porque, si Dios lo permite, es siempre para un bien y un amor más grandes a alcanzar. En síntesis, nuestra felicidad está relacionada a la elección de nunca pensar mal de Dios y de su amor, está relacionada también a la elección de nunca pensar mal delos demás, de no juzgarlos y acusarlos, sino de sembrar gozo y biene lo más posible. Éste es el corazon de las Bienaventuranzas de Jesús: para ser felices, un hombre no debe permitir que nada, absolutamente nada sobre la tierra, ni pobreza, ni injusticia, ni cansancio, ni hambre, ni miedo, ni llanto, ni persecución tenga la fuerza de desplazar la mirada interior suya de Dios, de distraer el diálogo interior del amor de Dios, de decentrarlo del eje de una confianza en Dios priva de dudas y sospechas.
María, la gran Madre, es el radioso ejemplo del uso de estos procedimientos y de estos secretos para ser felices, para vivir sanos y en paz. María siempre ha mantenido su propio diálogo interior en Dios y nunca ha dudado de su amor y nunca ha cesado confiar en su Señor, también en los momentos más difíciles y dolorosos. María no ha cesado nunca de tener el ojo de su propio espíritu en Dios y confiar de su amor, cuando habría bastado una nadita para ser acusada de adulterio y matada a pedrada, cuando ha sido obligada a huirse hacia Egipto para salvar Jesús del masacro de los niños de Belén decidido por Herodes, y cuando, en silencio, en el llanto sofocado, ha tenido que aceptar, por causa del nombre de aquel divino niño que tenía en sus brazos, oír el eco lejano del llanto inconsolablle de centenas de madres a las cuales los soldados de Herodes habían hecho añicosi los hijos. María nunca ha dudado de Dios, ni nunca ha pensado mal de él, cuando ha empezadp a comprender que los dirigentes del pueblo estaban proyectando la manera para acusar a Jesús para condenarlo a muerte, cuando, en los días de la cruz, oía el dulce nombre de su amadísimo Hijo gritado con violencia y desprecio por el pueblo que lo quería torturado y crucificado. Quien desea aprender los dos procedimientos de la felicidad inscritos en las Bienaventuranzas tiene en María ua ayuda maravillosa y poderosa.