En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Domingo 26 Diciembre 2021

La Sagrada Familia de Jesús, María y José – Ciclo C

Palabra del Día
Evangelio de Lucas 2,41-52

Resiste

Donde está tu deseo, allí, resistes. Resistes donde deseas y en la medida de la fuerza de tu deseo, de otra forma, dejas.
Si dejas es porque ya no deseas más. Si resistes es porque deseas todavía. La fuerza del deseo se manifiesta en la resistencia.
Jesús resiste en Jerusalén porque su deseo no es complacer a José y María, sino cumplir la voluntad del Padre. La caravana parte, los padres se van y con ellos protección, cuidado, afecto y referencia. Jesús no solo se queda en Jerusalén sino que resiste – como literalmente dice el texto griego -, resiste en aquel templo porque ese era su deseo. Resiste y se queda en la voluntad del Padre, en los deseos de Dios. Quedarse en Jerusalén es sólo una consecuencia.
Jesús no usa su deseo para ninguna cosa fuera de sí y de su deseo, no usa su voluntad para detener la caravana que se marcha, ni siquiera para avisar de su ausencia, no usa su voluntad para convencer a los padres de quedarse todavía algunos días, no ejercita la fuerza de su deseo para explicar, convencer a otros con respecto a sus proyectos. Jesús usa su voluntad y su deseo para resistir en Jerusalén porque allí debía quedarse según el deseo del Padre. En este sentido el término joven, en griego pàis, que describe a Jesús en esta página puede ser tranquilamente traducido con siervo; Jesús es siervo de su deseo, siervo de los deseos del Padre suyo. Esta es la fuerza más potente que exista sobre la tierra: el deseo. El deseo de donar gozo y salvación a los hombres es tan fuerte en Jesús que Jesús resiste en Jerusalén, y resiste también a los demonios, a las enfermedades, a la muerte, a las calumnias, a la traición. Resiste aunque sudando sangre en el Getsemaní, resiste a Pilato en el proceso, resiste a la tortura, al azote, a la cruz. Jesús resiste amorosamente sin violencia, Jesús afronta, resiste, pero no se doblega. Jesús resiste a la muerte y resucita. Jesús resiste y no deja. No deja nunca. Si deseas, resistes y si deseas verdaderamente, resistes en paz. Si deseas, perseveras y en la medida en la cual deseas puedes también tolerar y soportar, pero jamás podrás resignarte.
Jesús, siervo amante de los deseos del Padre, resiste en Jerusalén con absoluta determinación desatendiendo perfectamente la caravana, padres, convenciones, vínculos, costumbres, pero al mismo tiempo el deseo de cumplir la voluntad del Padre lo conduce a Nazaret perfecta y pacíficamente unido a su familia.
Desde niño, es el deseo de cumplir los deseos del Padre que conduce y guía a Jesús y es este deseo totalizador y soberano que lo hace progresar, lo hace crecer, como dice el texto del evangelio, en sofìa, elikìa y chàriti. Tres dimensiones de la persona humana que hacen de un hombre, un hombre imagen y semejanza de Dios. Sofìa es sabiduría y sapiencia, elikìa es edad, cuerpo, aspecto, pero también duración de la vida y madurez, chàriti es gracia, es gratitud y agradecimiento.
En práctica aprender a desear los deseos de Dios permite al hombre crecer armoniosamente en la dimensión intelectual donando sabiduría y sapiencia, en la dimensión física, donando salud, belleza al aspecto físico y duración de la vida, en la dimensión espiritual, donando la capacidad de ser capaces de gratitud y agradecimiento.