En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 26 Enero 2022

Santos Timoteo y Tito, obispos

Palabra del día
Evangelio de Lucas 10,1-9

Huiòs eirènes

La cosecha abundante a la que se refiere Jesús es la humanidad, la humanidad que vive en la separación y en la división, lejana de Dios y de sí misma en un estado de postración y desolación que se expresa en la ausencia total de paz y bienestar. Esta cosecha abundante necesita de huiòs eirènes, “hijo de la paz”, literalmente, hijo de paz. La expresión semítica “hijo de la paz” tiene distintos significados, significa hombre pacífico, pero también un hombre abierto a la paz, hombre destinado a la paz. La humanidad dividida y separada en sí misma necesita ser fecundada por la semilla de luz de los hombres hijos de la paz, abiertos a la paz, hombres destinados a la paz, hombres de la unidad. Jesús invita a sus huiòi eirènes (huiòi, “hijos”, plural de huiòs) para que encuentren a otros huiòi eirènes a fin de multiplicar la fuerza y la luz de la unidad y de la paz. Pero el número de los huiòi eirènes que se pueden enviar es muy reducido en proporción a la necesidad de paz y de unidad que hay. Cuando Jesús dice Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha, no quiere decir que la humanidad tenga que rezar para que Dios Padre envíe obreros de paz a la humanidad más numerosos, casi que se pueda implorar a Dios que sea más diligente y cuidadoso, atento y puntual en el abastecer huiòi eirènes al servicio del Reino, para que la humanidad vuelva a encontrar su paz y unidad. Las palabras de Jesús son una invitación increíblemente innovadora e inédita. Jesús invita a la humanidad y a la iglesia a rezar a Dios para que Dios Padre mantenga con su fuerza a muchos de sus hijos de manera que se queden hombres de paz y de unidad en un mundo propenso a la venganza, envenenado por el dominio de la ira y por el rencor. Jesús invita a la humanidad y a la iglesia a rezar a Dios incesantemente para que Dios Padre dé su fuerza a un número aún mayor de hijos para que se queden o vuelvan a ser huiòi eirènes, corderos de paz en un mundo lleno de lobos rapaces y feroces predadores, para ponerse al servicio de la abundante cosecha de la humanidad enferma de división y separación en toda su dimensión existencial. Uno no se puede consagrar a Dios por la humanidad sin consagrarse y votarse a la unidad a toda costa. A la cosecha no faltan vocaciones, faltan huiòi eirènes listos para elegir la unidad y la paz por encima de todo y de toda cosa, por encima y antes de todo interés.
Los huiòi eirènes no son perfectos pero deben haber decidido firme y definitivamente la vía de la unidad y de la paz en su corazón como la única vía practicable. Cuando los huiòi eirènes, los obreros de Dios, se dejan convencer por la fuerza del dinero para dominar la cosecha de la humanidad, traicionan su mandato, porque se hacen generadores de división y no de unidad y ya no son hijos de la paz. Cuando los huiòi eirènes se apoyan a la potencia de la bolsa, del mercado, del provecho para subyugar la cosecha de la humanidad, son productores de división y no de unidad. Cuando los huiòi eirènes confían su destino a sus intereses para llenar el saco de su avidez, de la posesión y de la seguridad, son propagadores de división no de unidad. Cuando los huiòi eirènes, los obreros de Dios, se ensoberbecen por su poder y prestigio y se glorifican de sus contactos altisonantes con los poderosos del mundo, son sembradores de separación y no de unidad.
Una noticia para todos. Para los obreros de Dios, para los hijos de la paz, para los corderos del evangelio, para los lobos codiciosos del mundo, para los soberbios arrogantes dominadores de los grandes reinos, para quien vive para llenar su propio bolso y su propio saco, depredando a la gente y a los pueblos, una noticia importante: El Reino de Dios está cerca de vosotros, mucho más cerca de lo que cualquier persona pueda imaginar y pensar. El Reino de Dios está cerca, muy cerca, en el sentido que ya está entre nosotros, pero también que está volviendo, está volviendo para consolar el grito de los pobres, para acallar la voz de los soberbios, para confundir la mente de los sabios del mundo, para rellenar de polvo los proyectos de los lobos rapaces, para restablecer la unidad y la paz. Cuando el reino de Dios vuelva sobre la tierra, a los poderosos lobos rapaces no les serán suficientes sus búnkeres para esconderse y protegerse a sí mismos, no serán suficientes. Y no le serán suficientes a los obreros de Dios, a los hijos de la paz, a los huiòi eirènes, las lágrimas de conmoción y los cantos de alabanza, los himnos de bendición y de fiesta, pues no, no serán suficientes.