En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 19 Octubre 2021

Vigésima novena semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 12,35-38

Es hora

Ninguna generación humana nunca ha dormido tanto como esta, se trata de una somnolencia intelectual y espiritual increíblemente pesada y desmesuradamente extensa. Un sueño desmotivador, obscurecedor, desustanciador, descentrador, engañoso, artificioso ha hecho de manera tal que el hombre ya no esté listo, ya no esté listo a nada. Dondequiera las lámparas de la sapiencia y del conocimiento han sido apagadas violentamente o cubiertas hábilmente. En el tiempo en el cual la cruel astucia de los poderosos se ha sentado en el trono del poder tiránico, la ignorancia ha inundado cada ángulo de la tierra, del corazón y de la mente. Las vestimentas, es decir todo aquello que el hombre necesita y requiere para que su vida sea ágil, sana, serena, libre, segura, se han vuelto vestimentas recargadas de morales impedientes, obstaculizantes, estorbantes, atiborrantes, porque rebosantes de prescripciones, normas, preceptos, inútilmente voluminosos, porque repletos de leyes, dogmas, deberes, tasas, controles y controladores. Tan llenos de sueño interior, con las luces apagadas y amordazados por vestimentas pesadísimas, ¿dónde podrán jamás ir los hombres de esta generación?
No será fácil despertarse de semejante sueño, pero vale la pena intentarlo, vale la pena tratar de despertarse y quedarse despiertos para cuando el Señor llamará a la puerta de los cielos que se yerguen sobre la tierra.
Sí, antes de su próxima visita a la tierra, Jesús, el Señor, tocará, llamará a la puerta. ¿Se podría decir que llamar a la puerta sea una acción simbólica? No, en este caso, nada de símbolos. Esta es una descripción precisa de aquello que acontecerá. El Señor se anunciará con su llamar a la puerta y la puerta de la tierra son los cielos que se yerguen sobre nuestro planeta. El Señor llamará a la puerta de los cielos que se asoma sobre la tierra, y no habrá hombre o mujer a quien no quedará claro y evidente lo que estará a punto de ocurrir. No será fácil despertarse del engaño, del sonambulismo intelectual en el cual ha caído la humanidad, pero es importante intentarlo. Y, ¿cómo? Primero: deseándolo, deseándolo mucho, todos los segundos, y transformando el deseo en oración humilde y contrita, para implorar el Espíritu Paráclito que nos despierte desde adentro y nos haga renacer con toda su fuerza y su fantasía. Segundo: manteniendo una fe ciertísima en Dios cualquier cosa ocurra, para no pensar nunca mal de él. Tercero: respirando, bebiendo, comiendo siempre con gratitud, en continuación, por todo y por cualquier cosa. Cuarto: pidiendo y ofreciendo perdón, siempre. Estos los procedimientos para despertarse del sueño y del engaño y permanecer despiertos, quedarse despiertos por lo menos para darle la bienvenida al Señor de los universos en su venida intermedia, una bienvenida cálida de amor y de agradecimiento. Permanecer despiertos por lo menos para decirle entre lágrimas de alegría: gracias, Señor, sin ti soñábamos de estar despiertos, después nos has despertado y sólo entonces hemos visto que estábamos durmiendo. Gracias.