En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 27 Octubre 2021

Trigésima semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 13,22-30

Lejanos y cercanos

Vosotros, no sé de dónde sois, vosotros que estáis tan sumergidos en la hipocresía, vosotros que proclamáis la justicia, la libertad, la paz y, para vuestros intereses, ensuciáis el aire que tenéis que respirar, el agua que tenéis que beber, la tierra que tenéis que habitar, vejáis y esclavizáis a mis hijos para aseguraros el poder y la gestión total de todos los recursos del planeta. Vosotros que aceptáis servir a una ley tan satánica y perversa que aclamáis como héroes a los que masacran a sus hermanos en los campos de batalla, y condena a muerte como homicidas a los que matan a sus hermanos en tiempo de paz. Alejaos de mí, vosotros que habéis estado cerca del hombre sólo para desangrarlo de todo recurso, chupar de él las energías hasta destruirlo físicamente, psíquicamente y espiritualmente.  
Vosotros, no sé de dónde sois, vosotros que habéis aceptado servir a los reyes de la tierra y de ser guiados por su afán de poder y de riqueza, reyes poderosos e injustos que os han engañado sobre todo, y todo os han quitado de lo que os hacía hombres libres, felices, nobles, sanos. Vosotros que habéis delegado todas las elecciones fundamentales de nuestra vida a unos representantes del poder religioso, político y económico que no os quieren, no os respetan y no os protegen.
Alejaos de mí vosotros que habéis estado cerca del hombre sólo para subyugaros y someteros al poderoso de turno, para obedecer al miedo y al compromiso, para aseguraros un cachito de pan como esclavos y miserables subyugados. 
Vosotros, no sé de dónde sois, vosotros que utilizáis mi nombre para vaciar a los pueblos de todo conocimiento y verdad para cubrir vuestros negocios e intereses. Vosotros que utilizáis mi nombre para cargar en los hombros de la gente pesos inaguantables que vosotros no tocáis ni siquiera con un dedo, vosotros que usáis mi nombre para garantizaros poder y prestigio y, mientras tanto, servís el reino malvado de Satanás. Vosotros, vosotros que celebráis y predicáis mi nombre en las plazas, vosotros que llenáis de incienso las naves del templo y, siempre en la sombra de mi templo, actuáis todo tipo de injusticia, depredando con violencia y abuso, con avidez insaciable y despiadado cinismo.
Alejaos de mí, vosotros que habéis estado cerca del hombre sólo para engañarlo, controlarlo, dominarlo, embaucarlo en el nombre de Dios, para cerrarle las puertas del conocimiento y de la inteligencia y persuadirlo del hecho de que el dolor, la miseria, la enfermedad, el sufrimiento, sean parte integrante de la voluntad de Dios. 
Vosotros, no sé de dónde sois, vosotros que habéis creído por toda la vida ser los primeros, los más importantes, los más fuertes, los más determinativos de la historia, y habéis generado millardos de últimos, hambrientos, sedientos, débiles, pobres, oprimidos, miserables, infelices, desesperados. Vosotros, no sé de verdad de dónde sois, por cierto no procedéis de mí, del Señor de la Vida, del Señor del Amor. Alejaos de mí, porque no habéis estado nunca, ni un sólo día cerca del hombre, cerca de mis hijos por amor, para servirlos con ternura, con gratitud en la alegría. Alejaos de mí, porque, si no habéis estado nunca realmente y cariñosamente cerca del hombre, yo ya no sé de dónde sois, de dónde provenís.
Alejaos de mí, dice el Señor, porque quien no está cerca del hombre, está lejos de Dios.
No sé de dónde sois vosotros vosotros que habéis dado peso a los canales de la transmisión de la vida, los padres terrenos, como si fueran la fuente, como si fueran Dios, cumpliendo la más vulgar y peligrosa forma de idolatría. Vosotros que habéis dado peso y autoridad a su palabra, a sus directivas y a su sabiduría más que a la de Dios. Vosotros que habéis llamado padre un hombre, vosotros que habéis llamado madre una mujer y habéis transformado el amor en posesión. Vosotros que estáis pendientes de sus labios, más que de los de Dios, vosotros que probáis dolor para su sufrimiento y os quedáis perfectamente insensibles e inertes al sufrimiento de millones de vuestros hermanos. Alejaos de mí, vosotros que habéis estado cerca del hombre sólo si estaba en vuestra línea de sangre, de vuestro parentesco, de vuestra familia, de vuestra estirpe.