En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Jueves 16 Junio 2022

Undécima semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 6,7-15

Rezando

¿Cuál es el significado de rezar?
El término que nosotros traducimos con oración, en el mundo hebreo, en la tierra de Jesús, corresponde a la raíz tsl’ que tiene varios significados literales: “inclinar, inclinarse, doblarse hacia, poner la intención en algo, poner o preparar la mente, dirigir los pensamientos hacia, doblar uno a una cosa o a la otra”, pero también “establecer insidias, predisponer trampas”. De la raíz tsl’ deriva el verbo tslò y el sustantivo tslòtho, respectivamente “rezar” y “oración” con todas las acepciones indicadas arriba. Por lo tanto rezar es inclinar y preparar la mente para que entrampe toda su atención hacia algo bien establecido y específico que surge de un deseo. La mente y por lo tanto el espíritu tienen que ser sintonizados y regulados en una manera de pensar y en un estado del ser que las palabras de las oración indican. Cada palabra de la oración en práctica es una trampa que tiene la tarea de enredar todas las dimensiones del hombre que está rezando – mente, corazón, alma y fuerzas emotivas – porque no estén en ningún otro lado si no donde se posicionan el sentido o el deseo de aquella palabra. Esto afirma que no existe oración, si no existe la total concentración amorosa de todas las dimensiones del hombre en el encontrar a Dios como fuente y como cumplirse de los propios deseos. La potencia inconmensurable de la oración se halla precisamente en la totalidad de la concentración amorosa de quien reza. Se halla en el lograr enredar, entrampar completamente todo el propio ser y el propio desear en las palabras de la oración. Toda palabra de la oración es una red, que debe entrampar y recoger, retener sin escape toda nuestra atención e impulso de amor. El más pequeño rencor del corazón, con quienquiera sea, la rabia más sutil de la mente, el más simple fastidio tienen el poder desconcertante de romper las mallas de la red y de disipar la potencia de la oración en lo nada de un patético cotorrear de inspiración vagamente religioso.
En griego el verbo rezar, prosèuchomai -formado por pròs, “hacia”, y èuchomai “rezo, suplico” – significa literalmente “anuncio, digo, nombro, pido”, es decir indica una afirmación, un subrayado de una realidad particular y puntual. Èuchomai en sus variados significados radicales traduce “declaro, prometo solenmente, hago voto, deseo, rindo gracias”. La raíz indoeuropea eugh y en particular el sánscrito ohate se traducen con “alabar”, el acadio awatu con “palabra solemne”, que a su vez se ha originado de la raíz acadia qawu que tiene el sentido de “palabra a Dios, promesa”, el neobabilonio buchuchu con “deseo”. Oración por lo tanto, y en particular “la oración”, el Padre Nuestro, en la acepción de los diferentes grupos linguísticos, es la predisposición mental y espiritual a afirmar en el mismo instante la gloria, la presencia de Dios, la potencia y la urgencia del deseo. En este sentido el Padre Nuestro, como está construido en la forma y en la sustancia es una oración simplemente perfecta.