En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Saturday 25 June 2022

El Inmaculado Corazón de la Virgen María

Palabra del día
Evangelio de Lucas 2,41-51

Estupefactos

Versículo 47, literalmente: Estaban impresionados – verbo griego exìstemi, “salgo, me voy; degenero; me alejo ante una realidad que no acepto; estoy confundido ante un prodigio; me vuelvo loco” – ahora todos los escuchantes él por la inteligencia y las respuestas de él. El verbo exìstemi describe perfectamente la desesperación de la mente asociativa, segura de haber alcanzado una seguridad intelectual, una estructura especulativa ganadora e inatacable y de repente se encuentra infantil, banal, frágil ante una sabiduría superior, y ya no encuentra vías de huida para garantizarse la victoria con sus procesos limitados y previsibles. Es el verbo que la mente humana conjuga inmediatamente cada vez que se encuentra delante de algo inédito, algo profético, algo nuevo, algo innovador, algo sabio pero que, al mismo tiempo, no se puede ni vender ni comprar ni controlar ni manejar. Es el verbo que la mente de los poderosos, de los académicos, de las luminarias utiliza a turno para acusar de locura la visión mental de los disidentes, de los no alineados, registrando como un peligro público, con el cual es impracticable toda forma de diálogo, quien no está encuadrado, observante, masificado, obsecuente.
Jesús a los doce años se presenta a la “flor” de los doctos y de los sabios de su templo, representantes y depositarios de la verdad bíblica. Ésos, en vez de abrazar este divino niño, para compartir con él las sabidurías divinas y los secretos de los secretos, alabando a Dios por tanta gracia y maravillosa belleza, lo tratan como loco y consideran imposible dialogar y compartir con él.
También María, por su parte, no entiende a Jesús en esos días del templo, sin embargo guarda en su propio corazón estas cosas, medita, medita y deja descender dentro, sin juzgar ni acusar, sin interferir, sin dudar ni pensar mal de Dios y de la vida. María es la maestra suprema de la meditación, por eso siempre está abierta y disponible a las novedades de Dios, está inteligentemente lista para servir al Señor también en sus propuestas más sorprendentes e inesperadas. Quien no medita no puede estar abierto a la novedad de Dios y pensará siempre mal de algo y de alguien.