En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 3 Mayo 2021

Santos Felipe y Santiago, apóstoles

Palabra del día
Evangelio de Juan 14,6-14

Unidos

¿Qué puede hacer un dedo cortado de la mano? ¿Qué puede hacer una mano despegada del brazo? ¿Qué puede hacer un brazo separado del cuerpo? Dedo, mano y brazo nada pueden hacer si no sentirse perdidamente separados e inutilizables; y sólo una cosa pueden pedir e implorar: que vuelvan de alguna forma a estar enganchados al cuerpo para volver a encontrar unidad y funcionalidad.
Parte de la humanidad cree poder vivir separada de su Señor y ha abandonado al Señor; otra parte de la humanidad, por causa de muchas heridas y desilusiones, se siente en cambio abandonada por el Señor y por eso de él separada. Una y otra no se han dado cuanta todavía, ni siquiera de lejos, que nada el hombre puede hacer y vivir voluntariamente separado de su Dios, de su Creador, de su Señor, y que nada el hombre puede hacer y vivir si de Dios se siente abandonado y separado. La unidad de un sistema no es un objetivo final sino la sustancia fundante de su totalidad, la condición antecedente del funcionamiento mismo de un sistema.
Para quien quiera estar separado, Dios es motivo de violencia, ridículo y escarnio, para quien se sienta separado, Dios es motivo de blasfemia u oración angustiosa y desesperada. La humanidad que se siente separada de Dios cree que Dios es siempre y sólo la última esperanza, la compensación necesaria a sus límites, la cobertura indispensable a sus propias lagunas. En esta visión la oración será obligatoriamente restringida sólo a la insanable necesidad de ver asegurados sus propios bienes esenciales para superar sus propios límites y problemas constitucionales. Dios no es esto. Dios, el Señor, es nuestro amoroso todo, es nuestra infinita y suprema Unidad y nosotros, desconectados de él, no podemos retener dentro de nosotros el espíritu vital, ni siquiera por un instante.
Unidos en él, conectados a él, dentro de él, lo podemos todo y toda cosa. Hasta que nos sentamos de él separados y separados de él queramos existir, no puede funcionar nada de la vida y de la historia, no puede haber salud ni armonía, y nuestra oración no podrá de alguna forma ser potente y maravillosa como Jesús nos ha enseñado que puede ser.