En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 12 Mayo 2021

Sexta semana de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Juan 16,12-15

Raíces

¿Puede una rama llevar fruto, separada de su tronco? ¿Puede un tronco distribuir energía a las ramas, separado de sus raíces? ¿Puede un rayo traer luz y calor, separado de su sol? Sin unidad no hay generación ni transmisión de energía. Cada árbol florecido expresa a si mismo, pero, en el hacerlo, celebra y canta Aquel al cual está conectado desde el acto creativo; glorifica Aquel que lo ha creado y habla palabras de maravilla no suyas, palabras que a su vez ha recibido del Absoluto para celebrar el Absoluto. También la lengua no puede emitir palabras que la oreja nunca ha oído, ni la garganta puede emitir sonidos que el tímpano nunca ha escuchado. No se puede emitir aquello que no se ha oído. En cualquier caso expresamos lo que hemos oído y escuchado, siempre. En cada expresión, gesto, actitud, acción y palabra, nos expresamos conectados a la fuente divina de nuestro ser, unidos al sonido y a la potencia de la Palabra de Aquel que todo ha creado, obteniendo dos espléndidos resultados: glorificar el nombre de Dios y saber por fin expresar a si mismos. La alternativa es expresarse conectados a la árida fuente humana de las expectativas ajenas, unidos al sonido y al vacío dramático y engañoso de las palabras de los hombres, obteniendo dos resultados devastadores: glorificar a nuestro ego o el de los otros, y, a causa de la separación de la Unidad divina, auto-impedirnos totalmente de expresar el más pequeño fragmento de nosotros mismos.
Dice el texto literalmente: El Espíritu de la verdad precederá a ustedes en la verdad toda, no de hecho cantará por si mismo (versículo 13, traducción literal del griego). Es extraordinario como en las más altas esferas del existir, en el mundo de Dios, en la Trinidad divina, el Espíritu, que tiene la tarea de precedernos y guiarnos hacia la verdad, aquella toda, aquella entera, no habla, más bien, no canta por si mismo, sino que toma de las palabras y del corazón de Jesús, como Jesús toma de las palabras y del corazón del Padre. En el mundo de Dios todo brota de la unidad y del compartir. También el diablo, el divisor, si quiere ser fuerte y eficaz en su lucha en contra de la luz, necesariamente tiene que estar unido en si mismo y con todas las entidades satánicas. Aquel que nos tienta por toda la existencia hacia la división y la separación de Dios, de nosotros mismos y de los otros, es siempre perfectamente unido a si mismo y a todos sus servidores. Es difícil concebirlo para la mente humana, pero, en el reino de Satanás, no existen defecciones, traiciones, calumnias, negligencias, divisiones y separaciones, conflictos.
Expresar y vivir cualquier cosa desconectados de la fuente, divididos del origen mismo de nuestro ser, es la manera más segura para no expresar nunca a nosotros mismos, y es la manera más segura para expresar sólo y únicamente el vacío y la estupidez de los otros. Espléndido ejemplo de este procedimiento divino, que es ley dominante de toda forma de vida y de comunicación, es Jesús que, en el momento de la tentación, en el desierto, no responde a las provocaciones de Satanás con palabras propias - y por cierto no le faltaban argumentos y sapiencia - , sin embargo contesta con las Palabras de la Palabra, la Palabra de Dios su Padre. Ejemplo inequívoco de como funciona la comunicación a todos los niveles visibles e invisibles.
Sin quedarse integralmente unidos a la propia fuente, no se puede experimentar y disfrutar de ningún tipo de energía. Cuando comprenderemos esta ley de la unidad, si escogeremos permanecer conectados y unidos a Jesús en las profundidades de nuestro corazón, cada uno de nosotros, en cada instante de la vida, no tendrá nunca más que preocuparse por aquello que ya ha ocurrido y menos aun de aquello que ocurrirá. Inspirar al hombre a esta unidad interior con su fuente es la verdadera misión evangélica. Reavivar cada segundo la conciencia de nuestra origen divina, enardecer el alma de amor por el origen mismo de nuestro ser, es la única verdadera tarea de cada día. De este conocimiento saldrán palabras, elecciones y acciones que rendirán gloria a Dios y no al ego, y sabrán manifestar la originalidad, los dones, la gracia, la belleza, la unicidad, el encanto de nuestro ser y de nuestro corazón.
Después de haber abandonado por largo tiempo su Paterna fuente y su prole divina en manos del Divisor, un día el hombre estará tan dividido en si mismo, vivirá una separación tan grande que abandonará incluso el uso de la fuerza y de la violencia, abandonará la división y el conflicto, la ambición predadora, el deseo destructor y vengativo, simplemente porque no tendrá más energía, no tendrá más energía para nada, ni siquiera para destruirse y odiarse. Entonces, y sólo entonces, el hombre podrá ser devorado por el Maligno.
La nueva  humanidad no podrá renacer de una humanidad cansada de violencia, sino de una humanidad que recobrará conciencia del propio divino y amoroso origen, y, repleta de energía, luz espiritual y sal intelectual, decidirá ser criada de la vida y nunca más de la muerte.