En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sábado 8 Mayo 2021

Quinta semana de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Juan 15,18-21

Calidad del amor

Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Literalmente: Si del [griego èk] mundo fueran, el mundo lo propio amaría [griego filèo]; ya que en cambio no son del mundo, pero yo he elegido a ustedes del mundo, por esto el mundo odia  [griego misèo] a ustedes.
El verbo usado para expresar el amor del mundo hacia quienes le pertenecen es filèo, "soy amigo, encariñado, tengo cariño para; quiero, demuestro benevolencia; beso (como signo de afecto)". Etimológicamente filèo remonta a los términos acadios billatu, “mezclar, confundir; cubrir; untarse", belum "jefe, dueño, señor, propietario" y belu, "poseer, tomar para sí, subyugar, manejar, retener, tomar el poder". El hebreo ba’al, que deriva de esos, significa "señor, dueño, posesor; marido". Filèo indica dirigir un sentimiento de bien-amor hacia el propio, el poseído. Denota apego personal, predilección sentimental y emotiva, a menudo se refiere al sentimiento de bien-amistad como cuestión de principio, de deber y de integridad. Filèo es el verbo del besar como signo de ternura y de benevolencia. De hecho en el mundo griego, el beso, más que entre amantes, es signo de intercambio entre parientes, amigos; es hacia el soberano, el patrón: es, en fin, señal de pertenencia y de relación amorosa que de esa deriva. En todo caso filèo expresa afecto amoroso para alguien, pero en la esfera de la amistad. En resumen es una preferencia, es un poner encima.
La lengua griega, para expresar el amor total, inmenso, sin límites, sin condiciones y reservas, el amor extraordinariamente grande, lleno y completo, usa otro verbo, agapào, "amo, acojo con amor". Este se remonta a la antigua raíz hebrea hv - de la cual todos los derivados ohav, “delicia”, ahavim, “amores”, ahava, “amor” – de los cuales el Antiguo Testamento se sirve para expresar el concepto de amor, desde la pasión impetuosa entre hombre y mujer, hasta la fidelidad y la amistad hacia el amigo, el amor cósmico o el amor celoso que escoge su objeto entre otros miles y lo prefiere con toda su fuerza y su pasión. Agapào, de donde el adjetivo agapetòs, "amado, dilecto, amable", indica un amor totalmente voluntario, gratuito, sin la necesidad, la pretensión o la presencia de un retorno; es fruto de libera elección, es una disposición interior, una manera de percibir interior, de acoger toda la realidad, que se vuelve en manera de hacer y de ser. En el evangelio el amor es la nueva ley, la nueva directiva, es entrar dentro a una nueva manera de ver, es la metànoia.
Cuando Jesús resucitado se dirige a Pedro, que lo había traicionado tres veces, y le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? (Juan, 21, 15), usa el verbo agapào. Cuando Pedro contesta a Jesús: Sí, Señor, tú sabes que te quiero (Juan, 21, 16) usa el verbo filèo. El agapào solicitado por Cristo era, precisamente, una acogida total, el filèo contestado por Pedro, un "ser amigo", un "querer", un "apreciar" como se hace con los amigos. El mundo, el sistema afectivo humano, de por si, sin la fuerza del Espíritu, como máximo puede ofrecer este tipo de amor, nada más. El mundo, el sistema afectivo del hombre, ni siquiera conoce el amor-agàpe. Jesús ha elegido a sus discípulos para imprimir en el mundo, en el mundo afectivo del hombre, una nueva manera de amar, una nueva manera de hacer brotar del corazón la energía del amor.
Aquellos que en este mundo buscarán, aun con sus límites y errores, amar como Jesús nos ha enseñado a través de sus procedimientos, será desconocido y odiado por el mundo, por este mundo afectivo del hombre: Pero como no son del mundo él mundo los odia [griego  misèo]. El verbo misèo, "desprecio, detesto, frustro, no tengo en consideración", tiene una acepción fuertísima, en cuanto implica la persecución con el odio hasta la destrucción y el siguiente olvido y volver vano. Los dos verbos de origen acadio, meshu, "odiar, despreciar", y mashu, "no tener en consideración, olvidar", bien atestiguan la raíz semántica de este verbo. Misèo evidencia un contraste insanable, sin posibilidad de resolución.
Decidir dejarse escoger por Dios, para imprimir en este mundo una nueva manera de amar según los procedimientos del evangelio, es decidir de llevar el fruto más bello de bienestar y felicidad al mundo, pero es también decidir de hacerse juzgar, condenar, odiar y perseguir por el mundo y por su sistema afectivo. Es inevitable.