En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 31 Mayo 2021

La Visitación de la Virgen María

Palabra del día
Evangelio de Lucas 1,39-56

Magnificar

El cántico de María es tan dulce y apasionado en magnificar las obras y la fidelidad amante de Dios como inflexiblemente cortante e impetuoso contra las obras de injusticia de los hombres engañados por el mal. María es la Reina al servicio del Príncipe de la Paz, Shiloh su Hijo Jesús, Hijo de Dios. Al mismo tiempo María es la Reina Madre de los hombres que combate a Satanás, el príncipe de las tinieblas, y le aplasta para siempre la cabeza.
[…] El Magnificat contiene una fuente viva de sabiduría divina ofrecida con amor a manos llenas al pueblo de Dios de cada época, una fuente de sabiduría que, sola, puede libertar a los hombres de todo engaño satánico y defenderlos de todo abuso, porque revela la más grande estafa de Satanás a los daños de la humanidad, la más terrible de las simulaciones. María ama al Señor Dios y lo exalta, magnificando la luz de la Verdad y la potencia de su Justicia, a él se inclina como sierva de su autoridad y señoría. Ésta es la vía del Amor. Satanás ha logrado crear en los siglos y en los milenios en el corazón y en la mente de la gente tal ambiente de ignorancia y pereza hasta hacer posible, y perversamente lógico y aceptable para los pueblos, creer y someterse a lo contrario: quien alcanza autoridad y poder significa que está en la verdad y en la justicia. Ésta es la vía del terror. El día en el que a la mente de los pueblos brillará de forma simple y evidente que no es la autoridad que tiene la verdad, sino es la verdad que tiene la autoridad, desde aquel día será imposible para cualquier poder someter a los pueblos, explotarlos y masacrarlos para su propia ventaja. María canta la gloria de Dios, al mismo tiempo revela e inspira las gentes y los pueblos para conducirlos hacia la conciencia y hacerlos crecer en el deseo de no servir más al poder de los hombres como si fuera verdad, sino de inclinarse amablemente a la verdad de Dios como única autoridad. María sabe que cada rodilla oprimida por la ignorancia, por la costumbre, por el miedo, por los hábitos y convenciones, que no se inclinará, siervo por amor, a la verdad de Dios, será una rodilla, serán espaldas y almas dobladas y llagadas, miserablemente sometidas al juego devastador de los poderosos y del Enemigo. Cada vez que se canta y se reza el Magnificat, el pueblo canta y la iglesia toda afirma que, no quien tiene el poder tiene la verdad, sino quien tiene la verdad tiene el poder, y la verdad es de Dios.

Tres más uno son los nombres de Dios con los que María, signo, imagen de toda la iglesia, describe su experiencia y su amor por el Absoluto. El primero es Kyrios, el Señor del mundo, es el Padre, el Creador de todo, Padre fiel, providente y amoroso. El segundo es Sotèr, el Salvador del mundo, el nombre propio de Jesús, la Salvación encarnada, el Pastor Bello, el Crucificado Resucitado, la Vía, Verdad y Vida que nos revela el rostro del Padre. El tercero es Dynatos, el Poderoso Imprevisible, describe la dynamis, la fuerza no aferrable, onmipotente y fantasiosa del Viento divino que todo apodera de vida. Es el siempre inédito e imprevisible Aliento de Dios, la Ruach que nadie sabe de dónde viene y a dónde va, el Paráclito. Àghios, el Santo Santo Santo, es el nombre trinitario que reúne en sí la única sustancia, la única esencia, la única naturaleza, la única divinidad, la única inmensidad, la única eternidad de Dios y su absoluta y totalmente amante unidad. Tres son los nombres con los que María magnifica el único Dios en la trinidad de las personas y tres son los nombres con los cuales María aplasta y azota a Satanás, el único enemigo, en la trinidad de sus manifestaciones contra la vida y el hombre.
Tres los grandes males que María nos revela origen de cualquier otro mal: soberbia contra Dios, poder corrupto contra los hijos de Dios, riqueza injusta contra los recursos de la vida y de la tierra. Éstos son los tres grandes males que atenazan a la humanidad cuando las personas se dejan individualmente y colectivamente engatusar y convencer que el poder posee la verdad y no que la verdad posee el verdadero poder y la autoridad.
Como a una madre, la humanidad se dirige a María con incesante frecuencia para toda carencia y necesidad, y María no deja caer ningún pedido ni oración de sus hijos, ni siquiera la más pequeña, humilde y cotidiana. Pero guiada realmente por la luz y por la sabiduría de las palabras del cántico, la humanidad creyente podría estar inspirada por una oración a María aún más rica y poderosa, capaz y vasta. En el cántico, María se revela como Sierva del Señor pero al mismo tiempo Señora y Reina contra el Mal, contra todo el mal, y luego especifica con inesperada precisión los tres grandes males que pueden encadenar y destruir a la humanidad: soberbia contra Dios, poderes corruptos e injusta riqueza. Inspirados por el cántico los creyentes en Cristo podrían aprender a rezar a María de forma aún más poderosa y eficaz, para ser defendidos y guiados lejos de estos tres grandes males, que además están al origen de todos los otros.

El Magnificat es una invitación a rezar y a pedir gracia a María para ser libertados del origen mismo del mal aún más y aún antes que para ser socorridos en cada necesidad privada y lío personal. María nos induce a cambiar la manera de desear y de suplicar por el bien, de pensar y de concebir la salvación para nosotros mismos y para todos. Si el hombre aprendiera a pedir con fe a María, para sí mismo y para todos, ayuda y curación de la soberbia contra Dios, liberación de los poderes corruptos y de las injustas riquezas, la humanidad podría conocer tiempos y vida maravillosos. 
Al ocaso del sol, cada día, al canto de la Víspera, toda la iglesia se une a María y en este cántico magnifica a Dios y su fidelidad.