Los tuyos
Eran tuyos y los diste a mí. En el corazón de Jesús, en su mente y en su boca nosotros somos los tuyos, Padre, y tú me los diste. Nosotros somos los tuyos del Padre y que el Padre ha hecho los suyos de Jesús. Somos de Dios, estamos en Dios, estamos dentro de Dios, somos para Dios, estamos con Dios. Somos propiedad de Dios Padre y Dios Padre nos ha dejado en manos del corazón, de la defensa, de la luz, de la sabiduría, de la potencia de su Hijo Jesús y de las alas todopoderosas del Paráclito defensor y consolador. Ésta es la razón por la cual, cuando leemos las palabras de los hombres, son nuestros ojos que miran dentro de la palabras para entender y, cuando leemos el Evangelio, son las palabras que nos miran dentro de los ojos y dentro del alma para hacernos entender.
Podemos elegir la muerte, pero pertenecemos a la vida.
Podemos elegir el miedo, pero pertenecemos al amor.
Podemos elegir la venganza, pero pertenecemos al perdón.
Podemos elegir la posesión, pero pertenecemos al compartir.
Podemos elegir la arrogancia, pero pertenecemos a la gratitud.
Podemos elegir la estupidez, pero pertenecemos a la inteligencia.
Podemos elegir la suspensión, pero pertenecemos a la Paz.
Podemos elegir al Maligno, pero pertenecemos a Aquel que es Santo.