En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 10 Mayo 2021

Sexta semana de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Juan 15,26-16,4a

Él consola y defiende, siempre

Dios Espíritu Paráclito viene a la humanidad para consolar y para defender.
Consolar, ¿por qué?
Porque la mente nos hace desesperar. Está siempre afuera, al exterior de nosotros mismos, está siempre tendida y suspendida más allá, en tensión y ansiosa, en acecho y en la sospecha. Cuando recibimos una humillación o un insulto, la mente se concentra sobre el sujeto externo que nos ha afectado con sus palabras, se concentra en como replicar y no piensa que está entrando en el estado de la venganza y de la rabia. Nada y nadie puede consolar y aplacar esta tensión, esta suspensión, si no el Amor. Es el tiernísimo Amor del Espíritu que te envuelve y te reconduce al interior de ti mismo y al corazón de tu corazón, que te hace sentir amado siempre y de todas maneras y te ayuda a reconstruir pensamientos y diálogos interiores según planes más vitales y amantes, en el perdón y en la misericordia. Sólo de esta manera el Amor Espíritu Consolador puede cancelar aquella ansiedad y tensión terrible que nos hace pensar siempre y sólo en aquello que nos da miedo.
¿Defender de quién?
De Satanás y de sus ángeles diabólicos. El Amor Espíritu Defensor nos arranca del Maligno, porque con su sapiencia, revelándonos y recordándonos los procedimientos del evangelio, nos habilita a cambiar definitivamente orientación mental, nos predispone a la metànoia, a la mutación verdadera y portadora de luz. La metànoia evangélica inspira el hombre a velar y ocuparse, verificar y considerar aquello que está haciendo realmente. La metànoia diabólica que Satanás instiga en la mente humana es que el hombre se preocupe y se ocupe sólo de lo que le podría ocurrir y acaecer, creando la condición de suspensión, de ansiedad, generando toda forma de rabia, rencor, ira, sospecha, conflicto, tensión, infelicidad. El Espíritu Amor Consolador viene a nosotros para defendernos de este ataque y de esta gigantesca ilusión de vivir toda la vida sin darnos cuenta de aquello que realmente hacemos y cumplimos, ocupados y preocupados sólo de lo que nos puede ocurrir y acaecer.