En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 4 Mayo 2021

Quinta semana de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Juan 14,27-31a

Principados

Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí. Literalmente: Ya no más muchas cosas diré a ustedes, de hecho viene el príncipe del mundo; y en [griego: èn] mi no tiene [griego: ècho] nada. La traducción literal, por lo tanto, afirma que el archon-príncipe del cosmos, Satanás, no posee-retiene nada en Jesús.
El principado de Satanás, mientras proclama la paz, organiza la división y la destrucción, mientras disemina la democracia, se asegura toda supremacía, mientras muestra el perseguir la justicia, persigue los disidentes, humilla y aplasta a los pobres. Para los trabajadores del principado de Satanás es legítimo reposo suscitar guerras y devastaciones y convencer a jóvenes hombres decidir ir a morir como al matadero, con devoción inaudita, como si fuera la más elevada de las competiciones posibles. Para ellos es revitalizante manipular al hombre hasta hacerle elegir, como acto supremo de coraje y honor, tomar las armas y matar lo más posible y en toda manera quienquiera que se haya vuelto el enemigo, para asegurarse en eterno el plauso de los venideros. Es puro placer constreñir masas innumerables de hombres a masacrarse recíprocamente, a destruirse hasta ahogar en su propia sangre, para asegurar el poseso, los intereses, las ventajas, la supremacía de pocos, poquísimos individuos-predadores. Es embriagador educar generaciones y generaciones a reconocer como héroes y salvadores de la patria las filas de asesinos más eficaces y atrevidos, a llamar santas las guerras, y a pretender como indispensables, para la victoria y el éxito, violencia, tortura y genocidio.
Para los trabajadores del principado de Satanás la verdadera única evolución de la especie humana está en aquel progreso que se puede demostrar únicamente en la potencia militar ofensiva y destructiva y en la cantidad de seres humanos que logra hacer morir de hambre y de privaciones.
El principado de Jesús, mientras proclama la paz, la paz aquella verdadera, enseña el perdón y la compasión; mientras siembra la igualdad, se asegura el compartir; mientras persigue la justicia, opta para la misericordia y cancela la condena, inspira a los pobres a proceder más allá del poseso y despierta a la sapiencia los ignorantes. Para los trabajadores del principado de Jesús es legítimo reposo suscitar gratitud y gratuidad, para inspirar a los hombres a ir a vivir y a servir a la humanidad con devoción inaudita, en lugares y situaciones donde saben que, por amor a Dios y al hombre, podrían incluso morir perseguidos y ridiculizados. Para ellos es revitalizante empujar al hombre a elegir, como acto de coraje y de honor, de bajar lo más cerca posible a quien necesita y que de toda forma es hermano y amigo. Es puro placer inspirar humildemente innumerables corazones de hombres a ayudarse recíprocamente, a unirse los unos con los otros hasta generar una energía superior de paz y de gracia, capaz de anular los intereses y las ventajas de pocos a beneficio del verdadero bienestar de todos. Para ellos es embriagador educar generaciones y generaciones a reconocer, como verdaderos héroes y salvadores de la tierra y de los pueblos, las filas de hombres y mujeres capaces de poner a fruto, con eficacia e intrepidez, los dones de la inteligencia y del Espíritu, para edificar un mundo verdaderamente evolucionado en la manera de construir, viajar, usar las energías y los recursos de la tierra, donde la guerra, la violencia y la tortura ya no son opciones posibles. Para los trabajadores del principado de Jesús la verdadera única evolución de la especie humana es el progreso en la potencia regeneradora y sanadora del amor y del respecto absoluto de la armonía y de la belleza.