En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Domingo 23 Mayo 2021

Domingo de Pentecostes – Ciclo B

Palabra del día
Evangelio de Juan 15,26-27; 16,12-15

Método

La tendencia de la mente y del sistema asociativo delante a un problema no es afrontar el problema, entender la causa e intervenir por cuanto sea posible para erradicar el problema, sino buscar el modo más económico de eliminar y alejar aquel que tiene o es el problema.
No se elimina el problema, sino la persona que tiene el problema. Así se hace con las personas que tienen problemas psíquicos y de comportamiento, con las personas acostumbradas a comportamientos violentos y peligrosos: hospitales, manicomios, cárceles parecen la solución más lógica, asociativa. Así, si el problema es un embarazo no deseado, el sistema asociativo analítico prevé como solución la eliminación de la persona no deseada. Si la relación niño profesor se hace difícil y los niños de seis años son hiperquinéticos, la solución más práctica es la suministración de psicofármacos a los niños seleccionados como vivaces. Si el cuerpo nos informa de una situación de sufrimiento, de su incapacidad de compensar un periodo de cansancio y de tensión excesivos a través de una migraña o una fiebre, la respuesta, el método asociativo, el sistema analítico prevé el fármaco analgésico, que elimina el síntoma no el problema.
El sistema asociativo prefiere como método operativo la eliminación de la persona, no del problema. Parece más eficaz, radical, ventajoso, económico. Parece la solución más veloz, pero en realidad retarda de manera exponencial la búsqueda y profundización de toda causa y solución real. Eliminar a la persona y no querer entender la causa de los problemas en realidad elimina también toda posible solución. Cualquiera sea el problema que una persona manifiesta o sufre, no hay que olvidar jamás que la solución reside en gran parte también en la persona misma, es por esto que eliminar a la persona significa eliminar también las posibles soluciones. En práctica, quien elimina como método la persona para resolver los problemas de las personas no es nunca completamente con buena intención. No ha sido nunca con buena intención la elección de eliminar la herejía arrojando al fuego a centenares de millares de seres humanos. El sistema perceptivo en cambio procede con método comparativo hacia la búsqueda real de la causa, lejos de convenciones y perjuicios culturales e ideológicos. Es el método del Espíritu, método que prevé el conocimiento profundo que todo lo que existe se mueve a través del sistema causa y efecto. Y sólo a través del claro conocimiento de las leyes de éste sistema se puede aprender a leer y a afrontar la realidad.
La verdad en todo su esplendor y en toda su potencia cognoscitiva no es soportable para nuestra mente asociativa, Jesús mismo lo comunica a los suyos: Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. El método del Espíritu guía a la verdad, se alimenta de la fuerza y de la belleza de la verdad, pero no se puede aprender si no por la potencia del Espíritu Santo y la humildad de corazón.
Jesús para resolver los problemas y las angustias de la humanidad no ha eliminado jamás a los hombres, a las personas. Porque en parte las personas mismas son, con sus elecciones y posiciones psíquicas y espirituales, la causa de sus males y problemas, y como son en parte causa es obvio que pueden ser en parte la solución. El problema de la desarmonía creada por la injusta riqueza Jesús enseña a resolverlo golpeando la causa, no las personas. Jesús no enseña revoluciones y alborotos políticos, guerras y eliminación de masas. La ley de causa y efecto en este caso es que el efecto desarmonía social, determinado por la injusta riqueza, es causado por la posesión, por la sed de poseer. La actitud espiritual del poseer puede insinuarse en todo corazón, del rico y del pobre. Siendo esta la causa desencadenante, Jesús nos invita a golpear la posesión dentro de nosotros, no las personas ricas o injustas, las victimas o los verdugos.
Si la rabia es una emoción, un estado del alma que desestabiliza y vuelve todo muy peligroso y violento, Jesús según el método del Espíritu nos enseña a no eliminar a las personas enojadas, sino usar con ellos y con todos la potencia del perdón. Jesús nos enseña a no eliminar ni siquiera a nosotros mismos, algo que hacemos con los sentimientos de culpa y la desconfianza personal, o incluso con acciones de violencia en contra de nosotros cuando estamos irremediablemente enojados. Nos enseña a golpear los pensamientos de miedo y de rencor con el arte del perdón que pedimos a Dios y que ofrecemos a los hermanos.
El hambre en el mundo podría resolverse en pocos minutos, si hubiera un interés real y conforme a verdad de golpear y eliminar las causar reales del hambre de millones de personas. Así para cualquier otra realidad problemática y difícil. Si el deseo real es realmente aquel de resolver los problemas, no hay otra estrategia útil que conocer las causas y alcanzar una solución más fácil y ventajosa. Ninguno de nosotros tiene la verdad en el bolsillo y en el corazón, ninguno de nosotros ve en su totalidad la realidad, pero junto a la fuerza del Espíritu es posible abrir las miradas y las perspectivas hacia soluciones más cercanas a nuestros deseos y necesidades reales.
Para aprender el método perceptivo no hay escuela mejor que la humildad, la humildad del corazón y de la mente delante a la realidad. Hasta Jesús, que es la Verdad misma y que todo ve y sabe, se coloca como Maestro de la humanidad en total mansedumbre y humildad de corazón.