En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Domingo 9 Mayo 2021

Sexto Domingo de Pascua – Ciclo B

Palabra del día
Evangelio de Juan 15,9-17

No te des por vencido

Es siempre ilógico y a menudo poco gratificante,
Pero no tienes que darte por vencido.
Es difícil, pero tienes que intentarlo.
Es arriesgado, pero tienes que insistir.
Es la más grande, conocida e inusitada
fuente de gozo y de paz interior:
Amaos los unos a los otros como yo os he amado.
No pienses, ama ahora.
No te vengues, ama ahora.
No juzgues, ama ahora.
No intentes cambiar a los demás, ama ahora.
No justifiques y no te justifiques, ama ahora.
No pretendas, ama ahora.
No calcules, ama ahora.
No esperes ser mejor, ama ahora.
No esperes que los otros sean mejores contigo, ama ahora.
Ama a los otros como Jesús nos ha amado. Inténtalo. Intentémoslo. Intentémoslo al menos por un pedacito de vida.
Ama como Jesús, sin proyectar, pretender, verificar, juzgar. No ames como tú piensas quiera decir amar: aquello que tu o nosotros podemos pensar sea amor es solo posesión, apego. ¿Quieres una prueba? Apenas las cosas no van como tú o nosotros habíamos previsto o deseado, apenas algo nos hace sufrir de aquello que llamábamos amor, nos enojamos mucho, estamos mal, malísimo, hacemos y nos hacemos mal. Y nos enojamos mucho justamente con quien decíamos que amábamos. El amor no se enoja, está escrito (1Cor 13,5)
Ama como Jesús nos ha amado.
Nosotros pensamos que amar signifique querernos cuando todo está yendo bien, cuando se nos atrae, cuando hay algo profundamente bello para amar recíprocamente. El amor de Jesús se vierte sobre nosotros justamente cuando no somos amables, somos pecadores, vergonzosos, viciosos, traidores, asesinos, lentos en creer, tontos, superficiales. El amor humano ama lo que le gusta, al amor de Jesús le gusta todo lo que ama.
Jesús no espera a amarnos cuando seamos santos, sino nos ama así como somos ahora, y es este amor absolutamente gratuito que nos hará santos.
Cuando un ser humano te traiciona, peca en contra tuya, no te trata como deseas, ese es el momento para ver si de tu corazón puede nacer finalmente amor y perdón y no sólo posesión, apego y rabia.
Y el amor más bello y eficaz no es aquel que quiere cambiar y convertir la vida de los demás, de los hijos, del marido, de los amigos, pero es el amor que empuja a la decisión de cambiar y convertir a sí mismo.
Sólo como convertidos podemos después emplear la vida por las personas que nos gustan y también por aquellas que no nos gustan tanto. Y seguramente el amor más difícil de vivir y entender es la capacidad suprema, ciertamente divina, de sabernos abstener, en el modo más absoluto, del querer cambiar las otras personas, sino de esforzarnos a cambiar únicamente a nosotros mismos.
Cuando nosotros, en nombre también de lo que consideramos un gran bien, buscamos cambiar otra persona, en verdad no es amor, sino posesión. Es durísimo y dulcísimo al mismo tiempo, pero es el mandamiento de Jesús Cristo el Hijo de Dios. Esto yo les mando: Amaos los unos a los otros como yo os he amado.