En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sábado 29 Mayo 2021

Octava semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Marcos 11,27-33

Autoridad

La autoridad humana se ejerce en el cuerpo y en la mente de los súbditos y de los subalternos pero no tiene ningún real poder sobre el espíritu y sobre el corazón. Ninguna paz, ninguna alegría, ninguna felicidad, ninguna conducta de luz y de verdad puede tener origen y ser inspirada por una forma cualquiera de autoridad o de imposición. Sólo la condición de inferioridad intelectual, espiritual, existencial del hombre, solo la condición de minoría, que se prolonga por toda la vida del hombre, constriñe al hombre a buscar siempre nuevas alianzas con la autoridad y con el poder, capaces de llenar el vacío de autoridad interior. Esta búsqueda de alianzas entre desautorizados mentales y espirituales genera el afán compulsivo de pertenecer, pase lo que pase, a alguna forma de autoridad y de poder, sea que esta se presente bajo el nombre de alianzas militares y partidarias, de asociacionismos sociales, de jerarquías políticas y religiosas, de consorcios industriales, de sectas y corporaciones más o menos secretas. En esta proliferación de alianzas la humanidad, para reforzarse en su ausente autoridad interior, se divide y se subdivide de continuo, debilitándose y favoreciendo todo tipo de esclavitud y de hegemonía. Por esta razón la autoridad no tiene y no tendrá nunca ningún poder para inspirar a la metànoia evangélica y a la mutación interior, a la evolución espiritual. Usar la autoridad para inspirar a los pueblos a la mutación es siempre degradante, es degradante tanto para aquellos que la ejercen como para aquellos que están sometidos a ella. En este estado de las cosas, la autoridad de entonces, los jefes de los sacerdotes, los escribas expertos teólogos y biblistas, los ancianos dirigentes del pueblo, acusan a Jesús de abuso de poder, lo acusan de llevar a cabo acciones que derivan de una autoridad de la cual ellos no hacen parte o de un gobierno al cual no pertenecen y que no les deja ninguna posibilidad de control. Acusando a Jesús de pertenecer a una fuerza y a un poder que ellos no conocen, no pueden controlar y no comparten, afirman, sin quererlo, la proveniencia no humana de Jesús.
A ésos, Jesús no tiene nada que contestar por tres precisos motivos: primero, nada crea autoridad como el silencio, segundo, la autoridad interior no necesita de explicaciones y palabras, existe y punto, tercero, Jesús bien sabe que delante de la estupidez humana los tiempos razonables para una confrontación racional tienden al infinito.
La autoridad de Jesús no viene de Dios, no le haría falta para nada. La autoridad de Jesús viene a él del amor que él siente por el Padre, que el Padre siente hacia él, y que él y el Padre viven en el Espíritu Paráclito.
La autoridad no necesita del amor, el amor no necesita de la autoridad.