En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 5 Julio 2022

Decimocuarta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 9,32-38

Evidencia

Jesús expulsa a los demonios y para la gente es evidente que es una cosa asombrosa, jamás se había visto algo semejante. Jesús expulsa a los demonios y para los fariseos  es evidente que Jesús expulsa a los demonios por obra del príncipe de los demonios. Cuando el hombre se siente dotado de inteligencia superior, porque puede negar la evidencia – cosa imposible a los animales -, es un momento muy triste para la humanidad, porque es el momento de la gran debilidad intelectual y de la confusión. Cuando el hombre usa sus capacidades mentales para negar la evidencia, es más, hace de ello un propio derecho imprescindible, una valor irrenunciable, sinónimo de libre pensamiento y abertura mental y percepción verídica de la realidad, aquello es el tiempo de la prepotencia de los poderes rapaces y de la infinita debilidad de las gentes, de la postración de los pueblos. Jesús ha enviado sus obreros a revelar al mundo sus procedimientos propio para volver a levantar a los pueblos de tanta ceguera, debilidad, confusión y postración. Los procedimientos evangélicos, si bien explicados, tienen en sí una luz del todo propia, perfectamente apta para desatar la mente del hombre del delirio de omnipotencia que la ha conducida a destruirse con sus manos propio a través de la propagación de la cultura de la negación de la evidencia. Para hacer un ejemplo, un pueblo que decide matar a los propios hijos, ya desde la barriga de la madre, por motivos preestablecidos y convenidos, y elige que matar a un niño no es perseguible por ley, es un pueblo que hace una elección en contra de la vida, en contra de Dios, en contra del hombre, es un pueblo que cumple una elección, una elección que no se puede compartir, pero una elección. Un pueblo así es un pueblo que mata pero no es todavía un pueblo muerto. En cambio un pueblo que decide que, antes de tres meses desde la concepción, un feto no es un hombre y por lo tanto si se mata aquel feto no se comete un homicidio y, después de tres meses desde la concepción, si se mata aquel mismo feto se comete un delito, se comete un homicidio, no es un pueblo que elige, sino un pueblo que niega la evidencia. Este pueblo que no sólo mata, sino también nega la evidencia, es un pueblo muerto, que conocerá devastaciones que jamás ningún otro pueblo de la historia ha conocido. Nuestra nación cada año mata cien mil hombres en la barriga de la madre, negando la evidencia.