En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Jueves 14 Julio 2022

Decimoquinta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 11,28-30

Mansedumbre

Siguiendo paso a paso todo el evangelio y el comportamiento de Jesús, podemos recoger y describir con precisión lo que es la paciencia, lo que es la verdadera bondad, lo que es el amor, lo que es realmente perdonar y vencer el mal y la rabia; lo que es verdaderamente seguir el libro de la alegría y realizar la felicidad. La mansedumbre es no irritarse por los malvados, la mansedumbre es no envidiar a quien realiza la estafa. Mansedumbre es no mirar sólo con los ojos para entender, es tener una visión tan amplia como para comprender que el mal no tiene real subsistencia y es arrancado a toda prisa. Mansedumbre es confiar en Dios y cumplir, según las propias fuerzas, el bien. Mansedumbre es alimentarse de fe y de Palabra de Dios hasta que se radica en la tierra. Mansedumbre es alegrarse en Dios siempre y siempre agradecer, sin nunca, absolutamente nunca pensar mal de él. A quien es dócil, Dios dará los pedidos de su corazón, realizará todos sus deseos con perfección y eficacia absolutas. Mansedumbre es confiar a Dios la propia vía, confiar en él porque él actúa y realiza. Mansedumbre es quedarse callados, cuando el enemigo golpea y calumnia, estar en silencio y en amorosa meditación ante Dios; mansedumbre es quedarse en espera amante ante Él. Mansedumbre es no irritarse nunca con el hombre que practica engaños y con aquellos que hacen prosperar sus vías malvadas, mansedumbre es no bajar nunca en competición con aquellos que tienen éxito y fama, y no perseguir la vanidad de la gloria y la tensión de la ambición. Mansedumbre es retenerse de la ira. Mansedumbre es abandonar, suspender, deponer, olvidar, soltar, desenganchar, desatender, truncar la cólera. Es dejar ir conscientemente y con amor lo que ya se ha ido o ya nos han quitado. Irritación y competición hacen siempre daño, hacen siempre mal, nos hacen siempre mal. Mansedumbre es saber perfectamente y sin dudas, en la propia inteligencia, que los malvados son cercenados y derribados, su lugar desaparece en un instante. En cambio quienes tienen fe en Dios heredan y poseen realmente la tierra. La mansedumbre es rica de las energías de la tierra y goza de una paz dentro y fuera sin posibilidades de ser medida.
El paciente es quien no responde al mal con el mal; el paciente, el dócil, es quien no responde contra la propia voluntad, no se somete a los hombres, sino a la voluntad de Dios. El dócil es aquel que ante las injusticias no contesta con la fuerza de la injusticia y de la rabia, sino con otra fuerza, la fuerza invencible del deseo de la paz. El dócil no está triste nunca, es aquel que mantiene el gracias del corazón y de la mente por encima y más allá de toda posible realidad. El dócil no está resignado, es aquel que no deja nunca de desear los deseos de Dios, deseos de paz y de acogida, también cuando todo y todos parecen emanar conflicto y rencor. A este punto la etimología de la palabra es significativa: el griego pràus, "dócil", origina de hecho de la antigua raíz sánscrita pri, "amar", y se halla también en el acadio parru, "cordero". El significado originario es "amante, regocijador/regocijadora, amigo". Es el dócil en el sentido de dulce, amoroso. El dócil no sólo es aquel que ama, sino el amante, siempre y siempre con la sonrisa.