En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sábado 9 Julio 2022

Decimocuarta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 10,24-33

Puntualizaciones todavía

Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa! Séptima puntualización.
Han llamado al Maestro, al dueño de casa, el Señor del universo con el nombre Belzebul, acusándolo de ser el diablo, el señor de los diablos; he aquí, así harán con los que quieran ser de la familia de Jesús para servir al evangelio. Calumnia, desprecio, difamación, injuria, maledicencia, deshonor, malignidad son el lenguaje preferido de Satanás para transformar a los amigos de Dios en enemigos de la humanidad. Belzebul utiliza el desprecio que provoca su mismo nombre para denigrar a los hijos de Dios. De esta manera, el perverso y astuto Satanás empuja a los hombres a molestar, condenar, detener y callar, bloquear y encarcelar a los que Dios ha enviado en el mundo para la salvación misma de los hombres, para sanar sus enfermedades, despertar sus conciencias, desatarles las cadenas de la ignorancia y del miedo. En este engaño los hombres bloquean y detienen a sus mismos pararrayos, a sus mismos sanadores, a sus mismos libertadores.
No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Octava puntualización.
Una puntualización más sobre la necesidad de permanecer tranquilos y en la paz, sin pensamientos, sin no-fe y no-abandono que crean miedo y rabia, ansiedad y arrebato. Jesús insiste en el no tener miedo, nunca. Ni siquiera en las situaciones más tristes y terribles. Él es el Señor de todo y de cada cosa, en su tiempo y de la manera que le es propia su vía de luz y de paz, se abrirá ante nuestros ojos y nuestro corazón.
Ustedes tienen contados incluso todos sus cabellos. Nona puntualización.
Cuando los hombres, en particular los varones, tienen miedo, están muy preocupados, decepcionados, ansiosos por un problema del que no ven fácil posibilidad de huida y solución, traducen su diálogo interior, obscuro y desconfiado, con un gesto de las manos que aplastan con las palmas abiertas sobre la frente para luego arrastrarlas hacia la nuca. En esos momentos de ansiedad y miedo no se hace este gesto sobre una rodilla o sobre el estómago, sino entre los cabellos, sobre la cabeza, la sede de los diálogos interiores. Este gesto traduce la más total desconfianza en Aquel que todo puede y ve, conoce y ama, además que en las propias fuerzas. Quizás es sólo una coincidencia simbólica el hecho de que Jesús, para afirmar el absoluto, indeformable amor y la íntima confianza de Dios para sus hijos, utilice el símbolo de los cabellos que están todos siempre contados por el Padre. Qué bonito saber que estamos en las manos de Aquel que, aun sabiendo todo de nosotros, nos ama sin medida y sin límites, sólo por amor, por libre y maravilloso amor. Qué bonito aprender, cualquier cosa ocurra en la vida, a pasarse las manos suavemente entre los cabellos, mientras que en el corazón y en la mente se genera un diálogo interior de abandono, de confianza total, gratitud y perdón.
Por lo tanto, al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los reconoceré ante mi Padre que está en el cielo.Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.
Décima puntualización.
No reconocer Jesús ante los hombres significa avergonzarse de Él y de su modelo espiritual, de la propuesta de los procedimientos del evangelio frente a los modelos del hombre, a las convenciones, a las costumbres y a los poderes humanos. Significa temer y estar preocupados más por las expectativas humanas, que por la voluntad de Dios, más por el juicio de la gente, que por el verdadero bienestar del alma, más por “¿qué dirá la gente?”, que por lo que dice el evangelio. La perseverancia en el amor y en el amar el nombre de Jesús para servir el evangelio es la manera para salvar todo del hombre, de la humanidad y de cada uno. Renegar a Jesús significa, por el contrario, ridiculizar su Palabra y su persona, adrede, con el cerebro ahogado en el prejuicio y en la ignorancia. Renegar a Jesús significa no sólo rechazarlo, sino rechazarlo por perversa deshonestidad intelectual, por arrogante toma de posición, sin nunca elegir, personalmente y libremente, con el corazón y el alma. No reconocer es no hacerse reconocer. Renegar es hacerse renegar.
La perseverancia del amor es la consciente decisión de perseguir los procedimientos espirituales y mentales de Jesús, independientemente de las situaciones positivas o negativas y del contexto social.
Hubiéramos preferido puntualizaciones menos puntuales y detalladas y sobre todo menos realistas y comprobadas, Señor, pero lo sorprendente del evangelio es también asistir a su potencia y gracia, en la violencia de la reacción de odio y de persecución que genera en el mundo de las tinieblas. También esto es un rostro resplandeciente del evangelio y de Jesús.