En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Viernes 22 Julio 2022

Santa María Magdalena

Palabra del día
Evangelio de Juan 20,1-2.11-18

¿Dónde?

¿Dónde lo han puesto? El sepulcro era el lugar que los dirigentes religiosos del pueblo habían reservado a Jesús, el Hijo de Dios, porque juzgado un blasfemo endemoniado. Era el sitio al cual los poderoros políticos habían encadenado a Jesús, en nombre de la seguridad nacional.
Desde siempre, para los podeoros de la tierra, el sepulcro es el sistema optimal para concluir situaciones engorrosas, tapar bocas y corazones no alineados y conformes, exorcizar el peligroso despertarse de los pueblos, garantizar provecho y victoria a sus propios intereses.
Pero este sepulcro vacío, ¿qué significa? ¿Quizás sus discípulos y amigos han venido a substraer el cuerpo? ¿Quizás aquel puñado espantado e incerto de hombres ha decidido dar los natales a una nueva iglesia siguiendo las huellas divinas de un cadáver, con la vitalidad espiritual de un muerto crucificado, del aroma sapiencial de la decomposición? 
Pero entonces ¿dónde lo han puesto? ¿Dónde han puesto a Jesús? ¿ Dónde está Jesús? Visto que en el sepulcro ya no está, ¿dónde estamos intentando colocarlo, posicionarlo, sepultarlo otra vez? ¿Dónde lo están sepultando potra vez los dirigentes religiosos del pueblo que no han querido escuchar su Palabra, y han anunciada una suya propia, a su imagen y provecho? Ésos ¿dónde están sepultando otra vez a Jesús, cada vez que mofan, escarnacen, humillan todos sus profetas? ¿ Dónde están sepultando otra vez a Jesús, cada vez que los que tenían que ser siervos del Señor, se han erigido y elevado a doctos y sabios universales, detentores y padrones de la ley, de cualquier ley? ¿Dónde han puesto el Maestro Dios los que debían servir en su nombre la humanidad y, no logrando ya tener la verdad en el corazón, se han convencido tenerla en sus bolsillos, y así han tomado el lugar de Jesús, se han identificado con él, hasta cancelarlo del corazón de la gente?
Pero ¿dónde lo han puesto? ¿En el sepulcro, donde lo han hecho entrar con la fuerza, empujado con violencia, encadenado a la muerte, en el sepulcro Jesús ya no está. Pero entonces ¿ dónde está? ¿ Dónde está Jesús, ahora que, además del sepulcro de aquellos días, no hay otro lugar en cielo y en la tierra donde los dirigentes religiosos y los potentes de la tierra puedan sepultarlo?
La respuesta viene de Jesús mismo. La respuesta son sus palabras de resuscitado a María Magdalena, las palabras vivas de él que se ha desencadenado sólo de las cadenas de la muerte. La respuesta viene de Jesús cuando afirma: Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos. Jesús ha resuscitado y vive y camina en el corazón de la gente que lo ama y lo busca con corazón sincero.
Y más: Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Más claro que esto es imposible. Jesús está en todos los corazones que lo adoran en el espíritu y lo sirven en las acciones de amor y justicia verdaderas. Jesús reside y brilla en los corazones de toda aquella maravillosa gente sencilla que tiene ganas de desatarse definitivamente de las cadenas de los poderes fuertes, de la ignorancia de los procedimientos evangélicos, del miedo de una ley que sirve los provechos de los poderosos y oprime los sencillos y los débiles. Jesús habita en los corazones de la gente que lo ama suavemente como el corazón amante de María Magdalena. Hace veinte siglos  fue posible para los poderes humanos encerrar Jesús en un sepulcro y encadenarlo a la muerte, pero ahora que está regresando, y está regresando justo en los corazones de la gente, ¿cómo se hará a encerrarlo otra vez dentro de un sepulcro? Ahora que Jesús está regresando, ¿lograrán los poderes del mundo parar su marea con dos ejes de madera y unos clavos? Ahora que está regresando en toda su potencia y splendore, ¿bastará algunas piedras enmohecidas de un sepulcro desmoronado a encerrar  su majestad divina?
De su vuelta así nos revela Isaías 8,7-8:        

El rebasará todos sus cauces, desbordará
por todas sus orillas y pasará por Judá,
inundará, crecerá, llegará hasta el cuello.
Y sus alas desplegadas abarcarán
toda la extensión de tu país, Emanuel.