En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Saturday 16 July 2022

Decimoquinto semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 12,14-21

¿En contra de quién?

¿Qué había ocurrido, qué había hecho Jesús de así desagradable e inmoral para provocar una ira tan feroz en los fariseos?
Los fariseos, además de tener una natural predisposición para golpear la novedad y la diversidad, con ira furibunda para defender su integridad, su poder, tuvieron que soportar el hecho, absolutamente inaceptable, que Jesús, declarándose Señor del sábado, Señor de la ley, de la moral, de los tribunales, de las convenciones y de todo "consejo" humano, afirma que en él y sólo en él se encarnan las palabras: Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre. Jesús anuncia a todos los hombres ser el Señor, el Señor de la Misericordia. He aquí el pecado imperdonable de Jesús según el corazón y la mente de los fariseos, de los dirigentes del pueblo, de los sacerdotes del templo, de las jerarquías religiosas y políticas.
Ahora, por causa del comportamiento de Jesús, la ceguera de los fariseos, el mirar deliberadamente sólo con los ojos para golpear y condenar se deben necesariamente transformar en consejo, reunión, asamblea deliberante. El prejuicio, la ira, la rabia, la venganza son ávidas de soluciones finales y por esto necesitan del apoyo de la ley, de la moral, de toda sana justificación  y justificado consenso. La ira y la venganza tienen hambre insaciable de publicidad y de público espectáculo, Satanás sabe bien porque. Así, el deseo del corazón de destruir y anular se transforma en un diseño mental, se articula en proyecto, recoge consensos para volverse conjura, se encanala en consejo para tener la fuerza de la ley y de la justificación para después explotar en toda su violencia destructiva.
Pero, justo aquí, delante del obsceno y vulgar desagüe de la ira furibunda, delante del remolino de la violencia destructiva, compartida y legalizada, llena de ciegos consensos, se cumplen las palabras que el profeta Isaías ha predicho acerca del Señor Jesús: Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho (la verdad) en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley. (Isaías 42, 1-4) Maravilloso y siempre nuevo rostro del Señor de la Misericordia. Pero, ¿con quién están enojados los fariseos? ¿En contra de quién están desencadenando su ira furibunda? En contra del Señor de la Misericordia, en contra de la esencia misma de la Mansedumbre y de la Humildad.