En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 20 Julio 2022

Decimosexta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Matteo 13,1-9

Respuesta

Si Jesús sabe exactamente que en aquella particular tierra la semilla no llevará fruto, ¿por qué sigue sembrando? ¿Por qué?
Por qué, si en aquella tierra, en aquel corazón la semilla no llegará a dar fruto abundante, ¿Por qué sembrar otra vez?
¿Por qué cada vaz que la semilla cae sobre la calle de los distraídos y distanciados y es sólo una semilla que sirve como comidas a los pájaros,por qué Jesús sigue sembrando?
¿Por qué cada vez que la semilla cae sobre el terreno pedregoso de los corazones preocupados, agitados por las cosas de cada día, donde ya no hay tierra, y él ya sabe que la semeilla, no teniendo raíces, se desecará al sol de los problemas o de las pequeñas persecuciones, por qué Jesús sigue sembrando?
¿Por qué cada vez que la semilla cae sobre las zarzas del ego y de la ambición, que sofocan cualquier crecimiento espirituale de la semilla, Él sigue sembrando entre los corazones en forma de zarzas?
¿Por qué cada vez que echa la semilla sobre el terreno bueno – y los corazones disponibles y predispuestos responden quien el cien, quien el sesenta, quien el treinta por uno –, no lo siembra sólo donde los frutos de amory y justicia, gracia y fidelidad son el cien por uno? ¿Por qué?
Simple. Porque la semilla no es nunca una propuesta, sino una respuesta divina.
¿Cuál es la tierra que pide más agua al cielo? ¿La seca desde hace días o la irrigada?
Nadie sabe como, pero es la tierra misma del corazón del hombre, es el Espíritu Paráclito con gemidos inexpresables del corazón de cadauno a implorar la semilla, y más el terreno es calle, piedra, zarzas, más implora y pide, sueña y desea a Jesús y Jesús, siempre, puntualísimo, delicadamente, gentilmente contesta, contesta, contesta.
El sembrador salió a sembrar no para distribuir una propuesta, sino para celebrar una respuesta, una respuesta de amor, una liturgia que magnifica el de Jesús a sus hijos, un sin fin, sin objetivos, sin confines, reglas, aproximaciones, sin esperas ni retornos.

 

María,
Señora del ,
Señora de la respuesta de amor,
te rezamos,
riega nuestro corazón
de la potencia del Espíritu
para que crezca dentro de nosotros el deseo de Jesús,
para una nueva primavera
llena de frutos y luz.
Amén